El inmenso poder que empezó a recorrer todas las venas de Defteros una vez la armadura le cubrió era sorprendente. Defteros no fue consciente que la armadura había acudido a él hasta que se vio sus propias manos enfundadas por el oro. El oro de su hermano. El oro que había creado una abismal cicatriz entre los dos. Con estupor se miró las manos, extendiendo los dedos, notando como una corriente eléctrica descomunal los recorría por completo. Dégel se había quedado paralizado ante la aparición de la nada de la armadura de Géminis, y su propia armadura resonaba al saberse acompañada por una camarada frente a la batalla que estaban librando.
Los fantasmas de los Berserkers eran feroces, pero Defteros parecía haber recuperado fuerzas de dónde no las había, y el poder que transpiraba era demoledor. Dégel se recompuso como pudo, uniéndose a Defteros para acabar con la batalla empezada. Pero Defteros no le dejó ninguna otra oportunidad para luchar. La ira y rebeldía que se habían apoderado de él lo condujeron a librar esa batalla en solitario. Las voces de los fantasmas le recordaban una y otra vez el desgraciado destino de los hermanos en toda guerra santa, y esa mezcla de sentimientos y recuerdos hicieron que Defteros, finalmente, luchara contra dicho destino.
Aspros lo observaba todo en la distancia. No perdía detalle de cómo esos fantasmas respondían a la perfección a su manipulación. Ahora sólo cabía esperar que cumplieran sus órdenes, que cortaran la cabeza a Defteros y que le devolvieran la armadura que legítimamente le pertenecía. Esa armadura que se había permitido el lujo de dudar. Esa armadura que se había atrevido a hacer una repugnante distinción.
La batalla fue dura. Sangrienta. Desquiciante. Pero Defteros pudo con ella. Hasta que finalmente fue capaz de romper la ilusión que había creado Aspros. Destruir la barrera energética que los había confinado en el umbral de otra dimensión. Y así, volver a la arena del coliseo completamente desierta y en calma. Tan calma como lo era la noche que les amparaba.
Con rapidez Defteros se deshizo de la armadura, que se materializó a su lado, resonando insistentemente. Su cuerpo estaba lleno de heridas y quemaduras. Su aliento, agotado. Sus rodillas cedieron, y no tuvo más remedio que apoyar sus manos sobre la tierra para intentar recobrar la respiración. Sus cabellos desgreñados le conferían un aspecto aterrador. De reojo miró la armadura, a escasos palmos de él, y no pudo evitar sentir una mezcla de admiración y asco por su proximidad. Admiración porqué el poder que le había otorgado era simplemente incalificable. Asco, porqué ella era la culpable que su hermano hubiera desaparecido en algún lejano punto de su vida. Que se hubiera perdido en alguna grieta, en algún pliegue de sus recuerdos que ya era imposible de encontrar.
Dégel había observado el transcurso de esos acontecimientos con estupor. Y fascinación. Sus ojos se posaron sobre la abatida y herida figura de Defteros, y no pudo evitar sentir un inmenso respeto hacia ese hombre. Hacia ese caballero. Porqué eso era lo que debía ser Defteros. Un Caballero del Santuario en toda regla.
- Defteros...estás más que calificado para ser Caballero de Géminis.- dijo Dégel, agachándose cerca de él. Intentando encontrar su mirada.- Voy a reportar lo sucedido y a exigir que se te devuelva toda la dignidad que se te arrebató desde un principio.
- Yo no quiero tener nada que ver con el Santuario.- respondió Defteros, sin alzar la vista, respirando trabajosamente.
- Pero Géminis te ha elegido a ti.
- Esa armadura no me pertenece.- dijo, mirándola de reojo.- Ella únicamente está destinada a proteger a mi hermano.
Dégel no añadió nada más. Únicamente se limitó a observar cómo Defteros se ponía en pie con dificultad, apreciando que su cuerpo estaba completamente herido. Con lentitud imitó sus movimientos, alzándose también.
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Sueños tras el metal
FanficEl rostro de Defteros, maldito. Su hogar, las sombras. El oro que viste Aspros, el camino a la liberación. Una humillación y una firme promesa para combatirla. Hasta que una gota de oscuridad se instala en el destino de los gemelos y Asmita es el ún...