La vida no es color rosa, eso lo sé, siempre lo eh sabido y no va a cambiar en mucho tiempo, nuca tuve una vida perfecta y la necesitaba, siempre quise un vida que fuera tortuosa y llena de dolor como la que tuve después de la muerte de mi madre, siempre la había amado y con ella pase los únicos momentos felices de mi vida, era una mujer maravillosa y en extremo cariñosa, solo entonces fui feliz, pero no duro más de algunos meses, ella estaba enferma y la vida me la quito demasiado rápido, para los cinco años era huérfano de madre y para ser sinceros de padre también, porque a duras penas pasaba algunas horas a la semana conmigo, desde que mi madre murió él se fue con ella, fue como su corazón hubiera muerto y entonces se refugió en el alcohol y las putas dejando a su pobre hijo en manos del destino, cada día de mi vida habría sido miserable desde entonces, en casa estaba solo todo el tiempo, haciendo las tareas del colegio y la casa con apenas un dejo de ganas, en la escuela, esa era la otra parte de mi infierno, desde que comencé a tener gusto por las otras personas supe que no era normal, no me gustaban las lindas y tiernas chicas, no, yo gustaba de los chicos, con su virilidad y prominente fuerza, pero ese no era el problema, era que los demás se habían dado cuenta y no les había agradado ni un poco.
Cuando lo supieron, mi vida se convirtió en una paranoia constante, incluso cuando estaba solo podía escuchar en mi mente los gritos de ¡marica! Con ese tono lleno de repudio, pero no podía hacer nada, era demasiado débil y me estimaba menos de lo que ellos lo hacían, definitivamente, yo no podía con ellos. Cada día rogaba por que las cosas mejoraran, pero nada lo hacía, por más que lo deseara era como si el destino estuviera en mi contra, conforme el tiempo pasaba peores se ponían las cosas, cada día me paraba en la escuela rogando piedad en medio de los gritos de aquellos que me perseguían burlándose de mi desgracia, los golpes se repartían por todo mi cuerpo y los insultos era como si una cuchilla se clavara en lo más profundo de mi corazón.
Luego de esa tortura llegaba a casa, estaba sola, hacia lo que podía por mantenerla en pie, pero tampoco era como si funcionara muy bien, digo, si a duras penas me mantenía en pie a mismo, mantener en pie una casa era casi como pedirle a un niño que viva solo, aunque si lo pienso así, no es tan imposible, después de todo, desde mis primeros recuerdos estaba solo en esa casa, y cada noche me acostaba en mi cama y cada noche lloraba hasta quedarme dormido, imaginando que mi madre estaba a mi lado y que nunca me había dejado solo en ese mundo, cada día era más miserables que el anterior, y así fue hasta la secundaria, donde llegue a mi limite y llevado por la desesperación me regale a mismo un par de profundos cortes en las muñecas, entonces me dije a mi mismo que pronto vería a mi madre y todo estaría mejor.
Poco a poco la conciencia me iba dejando, estaba tirado en mi cama, cuando la vi, vi a madre con esa expresión de preocupación con la que me veía cada vez que me pasaba algo y acababa llorando, y entonces caí en la cuenta que nunca había estado del todo solo, ella no lo permitiría, ella siempre había estado a mi lado.
─siempre has estado aquí, lo sabía─ le dije en un murmullo mientras sentía como las lágrimas se apiñaban en mis ojos que la veían expectante
─y siempre lo estaré, te amo, pero debes volver, no es momento de que estés conmigo, aun no─ dijo con parsimonia viéndome una vez más con esa mirada llena de amor con la que siempre me miraba.
Entonces todo se volvió negro y un tiempo después desperté en el hospital rodeado por maquinas que hacían ruidos extraños y molestos. Miraba a mí alrededor cuando me encontré con mi padre, que tenía una expresión de dolor pegada al rostro y los ojos completamente rojos a causa del llanto.
─despertaste─
─ ¿dónde estoy?─
─ No es obvio mi niño, en el hospital, fuiste un niño malo y me hiciste preocupar─ dijo, pero entonces lo observe y me di cuenta que algo había cambiado, su mirada ya no estaba vacía y su piel había recuperado un poco del color que había perdido, incluso me regalaba una de esas sonrisas tristonas que se mezclaban con un dejo de felicidad en sus ojos.
─ Lo siento─ y de verdad lo hacía, pero gracias a eso había recuperado un dejo de lo que había sido mi padre mientras mi madre vivía, había recuperado una parte, pero no estaba seguro de decirle que la había visto─ papá─ le llame, hacía ya tanto tiempo que no lo hacía, se sentía extrañamente bien─ yo… yo la vi─ le dije entre lágrimas
─ ¿a quién hijo?─
─a mamá─dije─ ella siempre ha estado ahí─ al decir esto él se deshizo en llanto y lamente un poco habérselo dicho, tal vez hubiera sido mejor no hacerlo
─ ¿ella te lo dijo?─
─sí, y también me dijo que volviera, que no era un buen momento─ dije sinceramente y entonces él se lanzó hacia mí y me envolvió en sus brazos emanando el calor de un padre como hacía años que no lo hacía.
─perdóname─ fue lo último que me dijo ese día.
Después de un tiempo en el hospital regrese a casa y todo pintaba mejor, estaba arreglada y ya no se caía a pedazos, de alguna manera me veía reflejado en ella, porque justo como ahora la casa no se caía yo tampoco lo hacía, fue como si un acercamiento como el mío a la muerte nos hubiera dado la fuerza necesario para seguir luchando en contra de la vida.
Había sido un renacimiento para mí como persona y para mi padre había sido una nueva mirada a la vida.
En ese momento tenía catorce años, era débil físicamente, pero el haber vuelto a ver a mi madre me había impulsado a volverme más fuerte sentimentalmente, gracias a ese impulso de esperanza no volví a ser molestado, gracias a eso y a un poco de uso de la fuerza, era un buen cambio para todos.
Los años pasaron, pero la miseria disminuía con cada día, mi padre se volvió a lo que alguna vez había sido, no me dejaba solo como antes y había dejado de beber, con duro esfuerzo, pero lo hizo, las etapas escolares en mi caso pasaban más amenas, incluso terminé la universidad en Nueva York, un abogado, no sabía si eso complacería a mamá, pero a mí sí, defendería a aquellos que no fueron defendidos y a los que sufrían como alguna vez yo lo había hecho, estaba dispuesto a cambiar las cosas para los demás.
A los veinte me convertí en un hombre independiente y salí de casa en un pequeño pueblito en Nebraska para ir a Nueva York en busca de trabajo y una piso o un cuarto, quería ser independiente, ya era tiempo, afortunadamente encontré trabajo junto con un agradable y pequeño apartamento no muy lejos del trabajo. Pero debo admitir que me costó un ¿poco? , no, un infierno dejar a papá, era un buen hombre ahora que había salido de todo aquello que lo aprisionaba a un doloroso pasado, hasta me gustaba pasar las horas libres a su lado, hablando como viejos amigos y viendo televisión como un par de vagos, era realmente agradable, aun después de todo el tiempo desperdiciado en el alcohol había vuelto a ser el padre que quería, después de todo era joven, apenas tenía cuarentaicinco años y yo lo había perdonado, no quedaba más, éramos una familia, me visitaba cada dos semanas y se quedaba a veces hasta un par de días conmigo, rememorando los buenos tiempos y conviviendo en paz, había aceptado todo de mí como un padre comprensivo, aceptó mi homosexualidad y mis decisiones, no podía pedir más.
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In this heart of mine [gay/yaoi]
RomanceRyan, un joven abogado en la ciudad de Nueva York vive en la relativa tranquilidad sin sospechar que la llegada de una mujer (Jane) cambiaría drásticamente si existencia, dejándolo en medio de un reencuentro familiar, peleas con astutos millonarios...