Capítulo 3: El don de Antonio

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Parecía que todo el pueblo estaba presente en la casa Madrigal, Y cada miembro de la familia estaba ocupado en una tarea específica: 

La abuela Alma estaba preparando la vela para la ceremonia

Camilo y Agustín estaban en la entrada, recibiendo a los invitados. 

Isabela los entretenía con sus flores. 

Luisa ayudaba a Bruno con la comida.

Pepa y Félix estaban con Dolores esperando a Antonio

Y Mirabel estaba con el agasajado de la noche.
 

Su primo pequeño se abrazaba con firmeza a su brazo. Mirabel apretó cariñosamente su mano para darle apoyo

—Hey —dijo ella—. Estoy contigo, recuerda

Antonio asintio y ambos fueron donde los padres del niño

—¡Ah, ahí está! —dijo Félix al ver a su hijo

—Oh, mírate, mi pequeño está tan grande —Pepa le acarició las mejillas a Antonio mientras que una nube se formaba sobre su cabeza

—Pepi, amor, vas a dejarlo empapado —Félix apartó la nube que empezaba a lloviznar

Bromista como siempre, Camilo tomó la forma de Félix y tomó a Antonio por los hombros

—¡Qué orgulloso está tu papá, mi niño! 

—¡Yo no hablo así!

Camilo se burló repitiendo la frase. La discusión fue detenida por Dolores, que dijo: —La abuela dice que ya es hora

—Te esperamos en tu puerta —dijo Pepa

▪▪▪

—Hace 50 años, en el momento más oscuro, esta vela nos bendijo con un milagro, Y el más grande honor de nuestra familia ha sido usar nuestros dones las servir a esta preciosa comunidad 

Así empezó el discurso de la abuela. Todos la escuchaban atentos, esperando por el momento de ver el don.  Pero Mirabel no estaba con su familia. Ella estaba más cerca de Antonio, detrás de la cortina. No quería pararse tan cerca de la abuela, ni de nadie, en realidad.

Recuerdos aparecían en su mente cada vez que observaba a la puerta formarse para recibir a su próximo huésped, recuerdos de esa noche, de cuando aún estaba ella a su lado.

—¡Mamá! 

—Aquí estoy, mi amor…

La chica sacudió su cabeza para tratar de olvidar esos sentimientos. Volvió a poner atención a lo que decía la abuela Alma

—Y es por eso que esta noche nos hemos reunido de nuevo para que uno más, reciba está luz y nos llene de orgullo

Llenarnos de orgullo… Ella lo había estado intentando por años y simplemente no lo conseguía, porque no pudo hacer algo tan sencillo como abrir una puerta.

Las cortinas se corrieron y las luces apuntaron a Antonio. Todos aplaudieron y esperaron que empezara a caminar

El niño simplemente se quedó parado por varios segundos, Casita lo empujó suavemente con sus baldosas. Antonio volvió la vista a donde estaba su prima, y extendió su mano hacia ella. 

Mirabel se quedó inmóvil. Sólo atinó a susurrar: —No puedo, Antonio…

El niño se quedó mirándola suplicante y también susurró: —Te necesito

Mirabel suspiro, derrotada, y se acercó. Tomó la mano de su primo y miró al frente. Todos la miraban sorprendidos y algunos con algo de comprensión

—Vamos —dijo la chica a su primo—. Hora de ir a tu puerta

ENCANTO AU: No Se habla de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora