Capítulo 8: ¡Yo amo a esta Familia!

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—¿Pero por qué abrazar a Isabela ayudaría en algo? —preguntó Mirabel mientras ella y su madre veían la puerta de la habitación de Isabela

—Bueno, no lo sé. Pero la familia tuvo un milagro ¿Qué salva el milagro familiar? Abrazar a tu hermana —dijo Julieta mientras se encogía detrás de su maceta—. Además, es solo un pequeño abrazo a... 

—¡Mirabel! 

La voz de Camilo la hizo callar de golpe. Abajo, en el patio, Julieta vio como el don de su sobrino, quien estaba buscando a Mirabel, empezó a fallar de pronto. 

Camilo tembló como si hubiera estornudado y su cabeza se volvió la de un bebé. 

—¡Mirabel! —volvió a gritar con su voz aguda

—Tengo la pequeña sensación de que se nos está acabando el tiempo... —dijo Julieta preocupada

—Esto no funcionará, ¡Ella nunca me abraza! Ella me odia. Además, como ya te lo dije, yo le arruine su propuesta... Es que es tan fastidiosa... Agh, tenía que ser Isabela

—Mirabel...

—Es que no se que le hice. Jamás me he metido con ella pero me trata como si yo le hiciera la vida imposible...

—¡Mirabel!

—Desde que tengo memoria lo único que ha hecho es tráeme como si yo me la pasara pisoteando sus flores, mira que ganas no me faltan, pero... 

—¡MIRABEL! —la menor detuvo su monólogo de golpe. Julieta suspiró y se llevó las manos a las sienes—. Dios mío, hija, creo que no entiendes lo que pasa aquí: El destino de la familia no depende de ella, depende de ti. Ya te lo había dicho. Tú, así tal cual estás, eres justo lo que la familia necesita, sólo debes darte cuenta de eso... —Julieta dió unas miradas a sus costados y añadió—. Aunque temo que tendrás que hacerlo por tu cuenta. 

Mirabel miró a su madre, confundida. 

—¿Qué? ¿No vas a venir?

Julieta ya había empezado a arrastrar la maceta para acercarse a la pintura para entrar a las paredes. Cuando escuchó la pregunta de su hija, se detuvo en seco. 

La vidente negó con la cabeza y besó a su hija en la frente

—No. No puedo Mirabel. Si tu abuela me viera se pondría furiosa, o se desmayaría, o tal vez ambas. No estoy segura, pero no quiero averiguarlo —estaba por entrar al túnel que daba dentro de las paredes—. Mi vida, después de salvar el milagro, visitame alguna vez ¿Ok? 

Mirabel la miró, decidida. 

—Después de salvar el milagro, volverás a casa

Julieta sonrió y cerró la puerta detrás de ella, no sin antes golpear la madera y cruzar los dedos. 

Mirabel volvió a ver la puerta de su hermana y se dijo a sí misma: —Está bien, está bien. Sólo tienes que salvar el milagro... Con un abrazo 

Mirabel se estremeció de lo ridícula que sonaba esa idea mientras tocaba la puerta de la habitación Isabela. Sin esperar respuestas, entró a la habitación. 

—Isa, hola hermanita. Oye, se que hemos tenido nuestras diferencias pero, estoy... lista para ser una mejor hermana, así que, ¿Por qué no nos damos un abrazo? ¿Sí? Mientras más grande mejor

La voz de Isabela salió de la nada. Estaba sentada en su cama y no se veía feliz

—¿Quieres que te dé un...? En serio ¿un abrazo? Luisa no lenta ni una empanada. Mariano tiene la nariz aplastada como una papaya. La boda y prácticamente mi vida está arruinada y en lugar de disculparte como deberías ¿Quieres que yo te de un maldito abrazo? 

ENCANTO AU: No Se habla de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora