Capítulo 4: Grietas

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Mirabel se acercó a donde se había caído la cerámica. 

—¿Casita…?

Cuando la tomó en sus manos, el filo del material le propinó un corte en su palma

—¡Au…!

La cosa no terminó ahí. Unas grietas empezaron a abrirse, y se expandieron por todo el suelo formando un camino

Mirabel las siguió. Vio como las grietas siguieron creciendo hasta llegar a las escaleras donde estaba el retrato del abuelo Pedro 

Las grietas no paraban. Avanzaban por techos y paredes a gran velocidad. Llegaron al pasillo donde estaban las habitaciones. Mirabel vio con horror como las luces de las puertas parpadeaban. 

Las grietas seguían expandiéndose y subiendo por las paredes hasta llegar a la ventana donde estaba la vela

Por instantes, la llama tembló y por poco se apaga.

—Ay no

▪▪▪

Mientras tanto, la fiesta seguía en la recién creada habitación de Antonio. La música y el baile abundaban allí, y todos estaban totalmente ignorantes a la situación que Mirabel había presenciado. 

O al menos lo estaban por el momento

—¡La casa está en peligro! 

Mirabel llegó gritando a donde estaba la matriarca de la familia. Todos la miraron, confundidos

—¡La casa está en peligro! —Mirabel estaba tan nerviosa que casi no le entendía lo que hablaba—. ¡Las tejas se caían y había grietas en todas partes y…! ¡Y casi se apagó la vela!

El pueblo ahogó un grito en colectivo. Alma miró a su nieta y mientras se ajustaba su chal, le dijo: —Enseñame

Ambas bajaron, guiadas por la más joven, pero cuando llegaron abajo, todo estaba en perfectas condiciones, ni una sola teja rota, ni una sola grieta, nada. 

—¿Qué? No, yo vi las grietas… las vi en todas partes… La casa estaba en riesgo, la vela estaba… —Mirabel no entendía como esto estaba pasando, hacía sólo unos minutos… Alma miraba a su alrededor con el ceño fruncido, claramente enojada—. Abuela, de verdad vi…

—Suficiente —Alma la silenció con severidad, Mirabel no se atrevió a agregar nada más. La abuela se dio vuelta mirando al resto—. No hay nada malo con la casa Madrigal ¡La magia está fuerte! Y, cómo todos pueden ver, los tragos igual… —ese cínico comentario hizo que varios se rieran—. ¡Pongan música! ¡A bailar, a bailar!

Alma dio un pequeño aplauso. Agustín llamo con un gesto a Luisa, ella le acerco un piano y el hombre empezó a tocar una pegajosa melodía

Todos se olvidaron rápidamente del asunto y volvieron al cuarto de Antonio para seguir con la fiesta

Mirabel miró con la cara baja a su abuela. Jamas en la vida se habia sentido tan humillada

—¿No tiene un don?

—¿Pero por qué? ¿Qué le pasa al milagro?

—¡Mamá!

Bueno, tal vez no era cierto

A la vez que Alma entraba de nuevo a la habitación, Bruno salió y miró a su sobrina con una mezcla entre desconcierto y preocupación. 

—¿Mirabel?

Bruno terminó de bajar las escaleras y se acercó a su sobrina

Mirabel seguía con la cabeza baja mientras acariciaba la palma de su mano -la misma que se había lastimado- sin darse cuenta que se estaba manchando de sangre.

ENCANTO AU: No Se habla de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora