— ¡Buenos días, Marvin! — escuchó que lo llamaban de lejos.
Antes de poder girarse del todo, Robert ya le había pasado un brazo por encima de los hombros para caminar con él.
— ¿Cómo puedes estar tan contento un martes por la mañana?
— Solo con verte vale la pena despertarse temprano.
Lo dijo con una sonrisa burlona en la cara para después desordenar el cabello rojo oscuro de Marvin. Este miró hacia abajo escondiendo su sonrojo, ¿cómo podía decir ese tipo de cosas como si nada? Se conocían desde hacía muy poco, pero lo trataba con tanta familiaridad...
Marvin apareció en el instituto de Robert hacía un mes y medio, justo en mitad del curso escolar. Era nuevo en la ciudad y su madre pactó un acuerdo con el instituto para no tener que esperar hasta septiembre, lo que supondría perder todo un año académico. Aunque tal vez eso habría sido lo mejor después de lo que pasó, estar solo un tiempo para poder pensar y curarse...
Al llegar al nuevo centro, se mantuvo distante de todo el mundo. A nadie parecía interesarle al rarito nuevo de clase y su personalidad introvertida no ayudaba. Pero entonces conoció a Robert a la salida del instituto. Después de su primer día - que para los demás había sido un jueves cualquiera - , estaba tan centrado mirando al suelo, tratando de esconderse del mundo todo lo que pudiese, que no vio la tabla de skate que se acercaba a toda velocidad hacia él.
— ¡Cuidado, eh tú!
Marvin levantó la vista lo justo para ver a un chico moreno acercándose a él muy rápido. Este, cuando estuvo cerca de él, lo utilizó como punto de apoyo. Marvin se quedó paralizado en el sitio, con este chico desconocido a un palmo de su cara. El moreno, una vez estabilizado, bajó de la tabla, miró a Marvin y sonrió.
— Gracias, colega. Casi me estampo contra la pared.
¿Colega?
— Perdona por el susto, aún no controlo del todo esta cosa.
— Pues si no la controlas tal vez no deberías ir con ella.
No sabía de dónde había salido esa ferocidad, pero Marvin estaba molesto con ese chico. Todo lo que él quería era pasar desapercibido en su primer día - y en todos los que siguieran -. Había tenido un foco encima de su cabeza durante meses, había recibido suficiente atención para toda su vida y no quería volver a sentir las miradas. Y este chico, gracias a sus maniobras con el skate había centrado las conversaciones de todo el mundo en ellos en tiempo récord. El chico moreno lo miró serio, tan serio que Marvin pensó que le insultaría o le empujaría para que cayese al suelo, o vete tú a saber qué. Pero no.
— Tienes razón, perdona — y parecía que lo decía de verdad. 'Vaya, esa reacción es nueva', pensó Marvin sorprendido —. Me regalaron esta tabla para navidades y aún estoy aprendiendo a usarla. Como vivo cerca del instituto pensaba que podría practicar en el camino de ida y vuelta, pero me parece que soy más peligroso de lo que pensaba — sonrió y se rascó la nuca.
— Deberías practicar un poco más antes de que atropelles a alguien de verdad — dijo Marvin con la boca pequeña, apartándose de él.
La gente de alrededor ya había perdido el interés en ellos, pero él aún sentía sus ojos en su espalda, los susurros detrás de su oreja, las risas, los pasos siguiéndole, las manos empujándole para hacerle caer, los insultos, las amenazas, los golpes, 'puto marica', ...
— Bueno, siempre podría seguir usándote de apoyo — dijo en tono bromista, arrancando a Marvin de la densa oscuridad de sus pensamientos. Tenía una sonrisa bonita —. Soy Robert — extendió su mano.
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Marvin
Teen FictionTodos salimos huyendo cuando nos asustamos. Eso es lo que Marvin hizo. Huir. Huyó donde creyó que nadie podría encontrarle. Cambió de ciudad con sus secretos rozándole los talones. Dormía con la almohada en sus oídos para silenciar sus pesadillas no...