Capítulo 5

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La hierba le hacía cosquillas en las manos. El sol le calentaba la cara. Sentía su luz a través de los párpados cerrados. Después de pasarse casi toda una semana encerrado en casa, esto era el cielo.

Robert se había plantado en su casa y le había insistido para que se arreglara para salir. 'Ya va siendo hora de una ducha y un poco de luz natural'. Hacía una mañana de sábado estupenda. Suspiró una vez más, estirando los brazos por encima de su cabeza, enseñando las palmas abiertas al sol y destensando su cuerpo. Robert se rió por lo bajo al pensar que se comportaba como un gato.

— ¿Qué habéis estado haciendo en clase esta semana?

— Mmm... — El moreno, que estaba sentado con los brazos en las rodillas, procedió a tumbarse a su lado con las manos detrás de su cabeza, utilizándolas de almohada— En biología seguimos con lo mismo, en lengua hemos vuelto a la sintaxis, los grupos de historia ya han terminado las exposiciones y nos han puesto deberes de economía.

— ¿Y literatura?

— La misma mierda de siempre — recibió una patada en el tobillo por su respuesta que le hizo reír —. En literatura seguimos con el modernismo, no te has perdido nada, tranquilo.

— No te has saltado las clases de literatura, estoy orgulloso.

— Incluso he tomado apuntes para ti.

— Increíble.

Ambos quedaron sonriendo mirando al cielo, con las voces de los desconocidos pasando a su alrededor. Por un momento todo estuvo bien, todo estuvo tranquilo como antes. Solo que no lo estaba.

— ¿Estás pensando en volver? — dijo Robert perdiendo poco a poco la sonrisa para adoptar un porte más serio.

Marvin suspiró y se encogió de hombros.

— No lo sé. Ya va siendo hora, ¿no?

— No, tú decides la hora, tú decides cuándo es el momento — el moreno se giró apoyándose en el lado izquierdo de su cuerpo, mirándole —. Si no te sientes preparado, no tienes que someterte a ello.

— Tampoco puedo quedarme encerrado en casa para siempre — Marvin había mantenido la vista en las nubes, pero entonces giró la cabeza para mirar al otro chico fijamente —. Robert, nunca voy a estar preparado, pero no puedo pretender estar escondiéndome el resto de mi vida. Por muy tentador que suene.

— ¿Has pensado en ir a terapia?

— No nos lo podemos permitir. De todas formas, no sé si ahora mismo me apetece.

— Es lo que necesitas.

— Pero no es lo que quiero — Marvin notó que había sido un poco tajante al decir esto; se había puesto a la defensiva —. Ahora mismo no.

— Marvin...

— Ahora no.

Esta vez fue Robert el que suspiró, volviendo a tumbarse boca arriba, como derrotado.

— Vale. Pero, por favor, si no vas a hablar con un profesional, al menos habla con alguien. Conmigo o no, eso da igual. Pero guardarse la mierda dentro no es bueno.

— Lo pensaré.

— Podrías probar a escribir — Marvin lo miró alzando una ceja, ¿esa era su gran solución para sus problemas? —. No me mires así. Te gusta la literatura, sabes de sobra que las mejores obras nacen de los peores tormentos. Los artistas usan su dolor para crear arte. Apuesto a que podrías hacer lo mismo, se te daría genial, lo sé.

Marvin cerró los ojos de nuevo y negó con la cabeza.

— Sería demasiado oscuro.

— Sería precioso — lo corrigió —. Mira, si no quieres hablarlo con nadie, prueba a hablar contigo mismo. Solo inténtalo. Por favor.

MarvinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora