3.Rodeada de críos

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Abrí los ojos con los primeros rayos de luz, estaba tan cansada cuando llegue al cuarto, que ni recordaba haberme metido en la cama. Después de una ducha rápida, me vestí y pase a "Alas" por mi cinturón, esperando no necesitarla, pues Jamón aun no la había afilado. 

Al ver que no me faltaba nada, marché con paso veloz hacia el quiosco, el punto de encuentro con mis compañeros de misión, de los que no había sido informada aun. Al llegar pude apreciar las siluetas de Mathieu y Koori, quien parecía estar ligando con el chico, aunque después de ver su comportamiento desde que desperté, apostaría más por que le tomaba el pelo.

-¡Buenos días! ¿Preparados para entrar en el oscuro bosque?- Saludé, era demasiado temprano para estar con esa energía, pero en seguida la kitsune me unió a su juego. Fue entonces cuando Chrome hizo acto de presencia, como un cachorro que quiere que le den su juguete, a pesar de lo enorme que era el chico, me pareció realmente adorable. Y siguió pareciéndomelo cuando me dio la opinión de Karenn sobre mi entrenamiento del día anterior, el pobre seguía siendo un desastre para dar ánimos.

Tras eso nos pusimos en marcha. Yo me paralicé al atravesar la gran puerta, pues aun no había visto lo cambiado que estaba el exterior del lugar. Las plantas y flores habían invadido el prado y estaba precioso, me daban ganas de pasar el día haciendo un picnic. Mis pensamientos fueron interrumpidos por Mathieu, quien había ralentizado su paso para esperarme. Al comentar lo increíble del lugar, el sacó el tema de que justo ahí fue la batalla de Eldarya. 

-¡Cierto fue aquí! Disculpa es que como para mi hace 7 días, casi ni me acordaba- Dije de forma sarcástica. No era la persona más simpática por las mañanas, lo que el chico pareció comprender. Pensé que cambiaria de tema, pero al contrario, fanfarroneó con que él hubiese ayudado de haber estado presente. A lo que yo arremetí sin piedad, aunque de forma irónica, puntualizando que en ese entonces solo era un crio, a lo que él respondió que igual que Karenn y Chrome.

-¿Te refieres a esas dos maquinas de matar, que llevan entrenando en el arte de la guerra desde su más tierna infancia?- Después de intentar defenderse sin mucho éxito y terminar pactando un duelo de espadas, la curiosidad pudo conmigo y termine preguntándole por su club de fans, del día anterior. Resulta que se había aprovechado de que, para los alderyanos yo era una divinidad, haciéndoles creer que él también podía serlo. Reí algo incomoda, ya le había atacado bastante en menos de media hora, así que preferí dejar las aguas tranquilas un rato. Eso nos llevó al tema de su "prudencia", una conversación que ni siquiera Adalric entendería. La lógica de Mathieu, en cuanto a él mismo era un desastre. Al final, terminamos hablando de nuestras guardias asignadas y empezaba a entender porque él y Huang Chu, no terminaban de encajar.

Cuando alcanzamos a los otros dos, Koori bromeó sobre si nos habíamos retrasado para flirtear, lo cual hizo que el chico replicase y yo tuviera que disimular una cara de disgusto. No es que el humano me cayese mal, solo que su actitud y personalidad me irritaban un poco, necesitaría tiempo para acostumbrarme, no solo a él, sino a todos los "nuevos". Tras unos minutos en los que no solo la kitsune, sino también el hombre lobo se burlaron del castaño, por fin nos centramos en la misión. Aunque he de admitir que fue gratificante saber que alguien le bajaba el ego. 

Al adentrarnos en el bosque, nos dimos cuenta de que algo no iba bien, los chicos y yo teníamos las manos sobre la empuñadura de nuestras espadas, el ambiente era muy tenso. El circulo de setas por el que llegue a Eldarya, ahora era rojo sangre y las plantas alrededor parecían agonizantes, me recordó al bosque con Yvoni, fuera de su ilusión... Nos alejamos del lugar, para comprobar hasta donde llegaba el rango de "malestar". Estaba tan tensa que cuando Mathieu piso una rama, di un salto del susto. Eso nos llevó a una pelea amistosa, que terminó en risas mientras avanzábamos hacia los otros dos. Estaba bien saber que el ego del chico le dejaba ser agradable de vez en cuando, a pesar de su manía de despeinarse constantemente, que me ponía nerviosa.

Si te perdono...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora