XXV

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En la mañana, Kagome despertó sobre el pecho de Sesshomaru, estaba vestida, pero él sólo vestía unos bóxer, avergonzada quiso bajarse, pero él se lo impidió abrazándola y dando vuelta, quedando ambos de lado y ella encarcelada en sus brazos, sonrojada y enojada, comenzó a murmurar que la soltara, debía ir al trabajo, pero solo consiguió ser apretada un poco más fuerte.

-Unos minutos más- susurró Sesshomaru, como todo un niño, Kagome subió la vista, él dormía- un... minuto más...
-Bien- se acomodó, ya que su brazo izquierdo comenzaba a dormirse y cerró los ojos- solo...cinco minutos.

Sesshomaru abrió un poco los ojos, deleitándose al verla acomodarse e incluso lo abrazó, cálido, así se sentía y describía lo que sintió, no siguió durmiendo, prefirió sentir aquel agradable sentimiento un poco más, lo necesitaba, las fechas que se venían no eran muy agradables para él.
•••

Kagome despertó por el frío que sintió al estar sola en la cama, y por qué un exquisito aroma llegó a ella, se sentó en la cama, miró la hora y casi grita, hace dos horas debió abrir la pastelería, se levantó rápidamente, entró a la ducha y se vistió en tiempo récord.

Cuando bajó, fue hasta la cocina, donde Sesshomaru preparaba una exquisita sopa miso, onigiris y salteado de verduras, la miró sonriendo, ella se sentó al ver que había terminado y ahora servía porción para dos, no dijeron nada, dieron gracias por la comida y degustaron.

Las mejillas de ella adquirieron un tono rosa, jadeo extasiada por la comida, se permitió disfrutar la mezcla de sabores, como bajaban por su garganta y comió más, ella era buena en repostería, pero Sesshomaru, estaba segura que su pasatiempo secreto era ser chef.

–Esto está exquisito– dijo cerrando los ojos y llegando un onigiri a su boca– no sabia que cocinabas tan bien

–No conoces nada de mi, mujer– se burló degustando la sopa– mi madre me enseñó a cocinar, con los años fui practicando nada más

–¿Por qué mejor no administras un Restorant?– preguntó feliz, dejó los palillos sobre los platos vacíos y lo miró fijamente– te iría muy bien

–Por qué mi padre se retiro de la empresa– limpió la comisura de sus labios, acción que Kagome no se perdió– y no dejaré a Inuyasha al mando, tiene su propio negocio.

Kagome no dijo más, agradeció y llevo todo para lavarlo, por su parte, Sesshomaru miraba la pantalla del celular enojado. El sonido de un objeto quebrarse llamó la atención de Kagome, quien casi grita al notar como Sesshomaru había aventado su celular contra el suelo.

Su corazón acelerado, su respiración calmandose y él, con un aura asesina, no se atrevió a decir nada, siquiera a mover un músculo, Sesshomaru volteó a mirarla, y pudo jurar, que sus ojos se tornaron rojo, retrocedió asustada, sabia que era de mal genio, pero esta faceta era muy lejana a como la pensó.

–Sessho..maru...– no continuó hablando ya que él sólo recogió el objeto y salió dando un portazo– pero...que acaba de pasar.
•••
Apenas salió de la casa de Kagome, condujo hasta los departamentos Onigumo, se estacionó tan rápido, que casi choca con otro vehículo, bajó y entró en el edificio y fue directo al ascensor, marcó el número correspondiente y esperó impaciente.

Para cuando llegó al piso 9, bajó aún cuando las puertas estaban a medio abrir y caminó hasta el departamento N°145, siquiera y tocó la puerta ya que Kagura estaba saliendo, la tomó del brazo y obligó a entrar.

–Quiero que expliques lo que acabas de mandarme– su voz era fría, más de lo que ella recordaba– ¡que mierda es!

–¡Cálmate! Simplemente creí que querrías saberlo– la mujer se soltó del agarre y prendió un cigarrillo– estaba buscando lo que me pediste y pues, tuve que meterme en otros archivos y sitios– dio una calada y boto el humo, luego miró seriamente a Sesshomaru– y a quien debes pedir explicaciones es a tu padre ¿no crees?

–¿Y que se supone que pregunte?– dijo sarcástico y tomando asiento– ese hombre es difícil de tratar, más de lo que parece

–Sesshomaru, tu me pediste expediente del hombre que asesinó a Shiori, algo que lo inculpara gravemente para que no saliera como tiene planeado en unos meses– apagó el cigarrillo y se sentó cruzando sus piernas- yo simplemente busque el expediente de Shiori para saber la causa de muerte y ver si aún se le podía culpar por algún dato no tomando en cuenta

–Eres abogada, deberías saber que hacer, ese imbecil no puede salir libre, o quien irá a prisión seré yo por matarlo– la cabeza comenzó a doler, se masajeo el puente de la nariz–pero eso no explica por qué entraste a mi expediente medico

–Simple curiosidad– los ojos color rubí brillaron ante la respuesta dada, Sesshomaru frunció más el ceño si eso era posible– Deberías estar agradecido, descubrí la mentira de tu padre.

Sesshomaru considero todas las opciones, desde ser amable, cosa que dudaba después de todo lo que había visto, hasta ir a gritarle pidiendo explicación, pero tampoco quería hablar de más, no cuando su padre finalmente estaba saliendo adelante, pero las inmensas ganas de saber la verdad eran más grandes.

Kagura seguía mirando a su acompañante, se le veía frustrado y solo una cosa podía ayudarlo, se levantó y caminó hasta el pequeño bar que tenía, sirvió dos vasos con Whisky, las llevó a la sala estar y sin decir nada dejó el vaso frente a Sesshomaru, quien sin decir nada bebió el contenido.

–Debes hablar lo antes posible con él– Kagura bebió su contenido y sacó unos papeles de la mesa de centro– toma, me tomé la molestia de investigarla

–¿Y que hago, voy y la busco?– tomó los papeles y leyó todo, su nombre, su dirección, a que se dedicaba– no se como diablos hablaría con ella en primer lugar

–¡Ja¡ ¡el gran Sesshomaru preocupado por una mujer!– la carcajada no se hizo esperar, él la miró irritado, chasqueo la lengua y se cruzó de brazos– no te enojes, solo ve y dile lo que sabes

–Claro, prefiero ir con papá– se levantó y dejó el vaso sobre la pequeña mesa, se dio la vuelta para irse del lugar– adiós, no hables con nadie de esto

–¿Iras con tu padre?– consultó antes de que saliera– ¿o con ella?

–Creo que hablaré con ambos– ella era de las pocas en quien podía confiar, y en cierta manera, se aliviaba que fuera así– les hablaré y haré que nos juntemos en un restaurant.

Nankurunaisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora