XXXI

326 52 2
                                    

Sesshomaru dormía plácidamente, pero uno piquetes en su rostro lo hicieron salir del agradable sueño que estaba teniendo, junto a él, Rin, quien tenía un peluche en mano, le sonreía.

–Tío Sesshomaru, ¿me das helado?– y sabía por qué se lo pedía a él, Kaede de seguro se lo negó– ya almorcé y me comí todo

–¿Por qué me lo pides a mi?– el tierno puchero que hizo le causó gracia, estaba pensando una respuesta– hagamos un trato pequeña

–¿Cuál?– se sentó en el borde de la cama mostrando interés, siempre que hacía tratos con su tío salía victoriosa– ¿Que ganaré?

–Un lindo y tierno cachorro– tapó sus oídos por el grito de felicidad– ahora, debes ir al cuarto de mi padre, y traerme la caja roja que esta en su armario

–¿Solo eso?– alzó la barbilla feliz, era fácil– creí que seria algo difícil

–La dificultad– dijo volteando y acomodándose para dormir un poco más– es que las llaves están en su chaqueta, y él, esta en el estudio

Rin se cruzó de brazos, apretó su peluche y pensó, salio del cuarto dirigiéndose hasta el despacho de su abuelo, una idea cruzó su mente.

Toga sintió el golpeteo en la puerta de su despacho, dejó los papeles, pues no había ido a la oficina, entregaría todo el pendiente desde casa, se levantó y abrió pensando era Kaede o Sesshomaru, pero al no ver a nadie, su vista viajó abajo, donde una tierna Rin le hacia un puchero como si fuese a llorar.

–¿Que sucedió?– la tomó en sus brazos y corrió algunos cabellos de su rostro– ¿Por que la cara?

–¿Me ayudas?– su voz casi lo derrite de ternura, casi, si no fuera por qué sabía que esa niña tenía algo entre manos, así que solo asintió sonriendo– el tío Sesshomaru dijo que me compraría un cachorro– la vio agachar la mirada triste– pero para eso debo darle algo que esta en tu habitación, ¿me ayudas?

Toga reía internamente, Inuyasha le había pegado el hábito de conseguir las cosas haciendo pensar a los demás que no sabía como más conseguirlas, para alguien ajeno a la familia, encontrarían esto un momento triste para ella, pero había ayudado a criar tres niños, conocía esta farsa. Pero amaba tanto a la pequeña, que fueron a su habitación y le entregó el objeto en cuestión, solo para molestar a Sesshomaru.

A la niña le brillaron los ojitos, y antes de que la dejara en el suelo, le dio un beso en la mejilla, la siguió, vio a su hijo despertar malhumorado, pero no le habló mal en ningún momento, cuando tomó la caja, Sesshomaru se giró mirandolo mal, él simplemente le sonrió.

–Bien, ahora puedes ir por tu premio– aguantó la risa, fue hasta Rin y le pidió salir un momento, en cuanto lo hizo se volteó a su primogénito– ¿No pensaste que iría a pedirme ayuda? Es como Inuyasha es aquel aspecto, ¿recuerdas?

–El idiota de mi hermano pegandole costumbres tontas– se pasó la mano por la cara reiteradas ocasiones– me daré un baño, bajaré inmediatamente.

Una vez en el baño, se tomó un tiempo para quitar la ropa y esperar que el agua saliera caliente, mientras lo hacía se fijo en su reflejo del espejo, tenía unas horribles ojeras, la barba se  comenzaba a asomar y su humor era terrible. Entró al agua, quedándose bajo esta solo disfrutando la soledad y el  silencio, unos cinco minutos después comenzó a bañarse.

Al salir, se envolvió una toalla en la cintura, fue al lavabo de manos y con una navaja, rasuro la barba y al salir se vistió casual, solo iría por un cachorro y un helado después de todo.

Rin alistaba una mochila, donde había echado un poleron, su amado peluche y unas galletas para su helado, se encontraba sentada esperando a su tío, Toga había ido de vuelta al despacho.

–Bien, vamos– tomó la mano de la pequeña, se puso lentes y salieron.

Puso a Rin el cinturón de seguridad, subió y condujo con cuidado hasta la tienda de helados, donde ella pidió de chocolate y él de pistacho, ella sacó sus galletas y comió feliz, Sesshomaru miraba por el ventanal, viendo como el clima comenzaba a cambiar, un día soleado se estaba transformando en un día nublado poco a poco, dando inicio al invierno.

Cuando fue a pagar, la cajera intentaba sacar conversación, pero él simplemente la ignoraba, Rin, quien estaba terminando de colocar su chaqueta, fue corriendo y diciendo "mami nos espera" logrando que la chica desistiera de su conquista.

–Bien, cruzando el parque esta la tienda de mascotas– miró ambos lados antes de cruzar– después le pides a Inuyasha que compre alimento y esas cosas

–Bien– se veía muy feliz, y eso dejó conforme a Sesshomaru– a mi perrito lo llamaré Yako

Cuando entraron, la menor se soltó de su mano y fue hasta él lugar donde estaban los cachorros en adopción, se sentó a esperar, esto demoraría, la vio acariciar un tierno cachorro de color negro, luego fue hasta un cachorro color café y así siguió hasta el último, acariciando y diciendo cual era más tierno.

Su celular vibro, un mensaje de Miroku, era una fotografía.

–¿Que demonios?– dijo apenas abrió la imagen, Miroku le mostraba a Kagome, ella estaba en un jardín, charlando con Inuyasha– ¿Que hace con ella?

Le mando un mensaje, pero solo recibió un emoji como respuesta, iba a llamarlo, lo citaria y después lo mataba, si, era un buen plan, seguía pensando maneras de torturarlo hasta que Rin puso un pequeño y peludo cachorro blanco, con lindos ojos azules y una mancha en su patita delantera.

–¡Quiero este!– se guardo el celular y fue a llenar el papeleo– te llamaras Yako, mañana con papá te compraremos comida, un lindo collar y dormirás conmigo

–Valla, ya tienes todo planeado– tuvo que llevar a Yako el mismo, para así con una mano poder tomar la de Rin– debes cuidarlo, y que sea tu último chantaje.

Se fueron a su hogar, donde Toga esperaba en la puerta con un collar y un plato para regalarle al cachorro.

Nankurunaisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora