-¿Carolina?!! Gritó Vicki mientras se acercaba.
-¿Victoria? ¿Qué pasa? Pregunté mientras me separaba de Joaquín rápidamente.
-Te busqué por todos lados pendeja. Dijo furiosa.
-Perdón. Dije bajando la mirada.
-Si claro, me pase toda la tarde buscándote y vos divirtiendote con un pibito. Vamos. Dijo mientras se iba.
-Yo también te extrañé Vicki. Interrumpió Joaquin.
-¿Perdón? Dijo examinándolo por completo.
- No me digas que te olvidaste de mi... Dijo haciéndose el desepcionado.
- ¿Joaquín? No lo puedo creer. Dijo riéndose.
-Bueno, ya está, un placer verte otra vez Joaquín. Nosotras nos vamos. Dije mientras me llevaba a mi hermana.
....
- ¿A dónde vas? Le pregunté a Vicki mientras guardaba un libro.
- A una fiesta, que no es obvio? Dijo para luego dar una vuelta. ¿Cómo estoy? Agregó.
-Muy bien hermana. Dije sonriente.
- Se me ocurrió algo... Dijo pensativa.
- ¿Qué cosa? Pregunté.
-Vos venís conmigo. Dijo arrastrándome hasta el baño.
-No no no, estas loca. Creo que no estoy de humor para fiestas. Le dije soltandome de su agarre.
-Pero te va a hacer bien, te vas a despejar un poco. Dijo haciéndome palmaditas en la espalda.
-Pff, ya que. Dije rendida.
.....
-Qué divina estas! Me dijo Azul, una amiga de vicki, al verme.
-Gracias, vos también. Le dije sonriente.
-¿Entramos? Preguntó Vicki.
- Si, entremos! Gritó Azul.
Entramos y como de costumbre Victoria me dejó sola, no le di tanta importancia y me fui a la barra. En parte es mi culpa. -Pensé
-¿Qué hace una chica como vos tan solita a estas horas? Preguntó alguien detrás de mi.
-Claro, supuse que eras vos. Dije al ver a Joaquín.
-Vamos, no te alegra verme? Me preguntó.
-Si, un poco. Dije de mala gana.
-¿No quieres ir a dar una vuelta? Preguntó mientras agarraba una cerveza.
-Si no queda otra. Dije parándome.
Caminamos bastante mientras hablábamos de cosas sin importancia, al menos para mí.
- ¿No te parece que nos alejamos mucho? Pregunté mientras miraba hacia atrás.
- ¿Qué? No me digas que me tenes miedo... Dijo riendo.
-No, sólo que deje a mi hermana allá. Dije frenando.
-Esta bien, voy a hacer de cuenta que te creo. Dije para luego beber un poco de su cerveza.
- ¿Y si volvemos? Pregunte algo apresurada.
- Ey, no voy a hacerte daño, soy yo, Joaquín. Me dijo riéndose.
-Ya lo sé. Dije bajando la mirada.
-¿Qué pasa? Me preguntó interesado.
- Es que... a veces siento que te extraño. Confesé.
-¿Y por qué te pone mal? Preguntó aún más interesado.
-Porque no tendría que ser así, no es justo. Me hiciste sufrir mucho y yo no quiero volver a eso, estoy muy segura. Le dije mirándolo fijamente.
-¿Ya no me quieres? Preguntó.
-Que insistente- pensé.
Claro que lo quería, pero después de lo que me hizo no podía perdonarlo tan fácil.
- Ya no te amo. Dije rápido y sin respirar, pero aún así, tranquila.
Pude notar la tristeza en sus ojos, la bronca al tirar la botella y apretar sus manos haciendo puños. La manera en la que agachaba la cabeza y respiraba acelerado. Jamás lo había visto así. No dijo ni una palabra, sólo comenzó a caminar. Obviamente lo seguí en silencio un rato, pero lograba escucharlo, estaba llorando.
-Joaquín, esperame. Grite mientras corría para alcanzarlo.
Él seguía sin decir palabra alguna.
-¿Podes frenar? Quiero que hablemos.
Era más que evidente que no quería hablarme, y eso en cierto punto, me molestaba.
-Ya, frena. Le dije mientras lo agarraba del brazo.
-¿Qué quieres?!! Me gritó mientras comenzaba a llorar nuevamente. ¿Que estas buscando? Lo mejor que te puede pasar es tenerme lejos, no querrás que la bestia de Joaquín te lastime otra vez, no? Puede que sea la peor persona del mundo, por qué? no sé porque me comporté así... Pero lo hice, me equivoqué y te pedí perdón. Tal vez también sea porque soy un inseguro que duda antes de dar cada paso, porque muchas veces mentí, porque soy un imbécil, por eso y muchas cosas más puede que sea la peor persona del mundo, pero soy esto, lo que ves acá, nada más ni nada menos. ¿Qué puedo ofrecerte? Esto. Y si, es verdad, yo no te merezco, pero te quiero y te necesito. Yo te amo y lamento que con eso no alcance.
Y si, como era de esperar me quedé helada. No podía mover ni un solo musculo y mucho menos emitir palabra alguna. Solamente podía mirarlo, podía quedarme así la vida entera, admirándolo. Unas ganas de abrazarlo y besarlo me invadieron, pero seguía sin poder moverme.
Él solamente me miro fijamente un rato, se acercó y me dio un tierno beso en la frente. Luego se volteó, golpeó con su puño la pared y se fue enfurecido de allí, aún llorando.
