34

594 86 3
                                    

Las dos semanas siguientes pasaron volando. Nanon se había hecho amigo de varios chicos, que como él, asistían a las reuniones semanales en el centro de recreación. Earth tenía muchas esperanzas puestas en el moreno, vivía rebotando a su alrededor con una gran sonrisa y repitiéndole a todo el mundo lo orgulloso que estaba de su nuevo mejor amigo, agreguemos aquí el hecho de que me sentí un tanto exiliado por el pelinegro, aunque Earth siempre me aseguraba que yo ocupaba el segundo lugar. Si, un gran alivio saberlo.

En cuanto a Francis y yo... las cosas no habían cambiado mucho. Seguíamos teniendo la misma relación de amor/odio que siempre habíamos mantenido. El único cambio eran los casuales comentarios que el rubio hacía de su familia, informándome con suavidad, de cosas respectivas a ellos. La cual al parecer ahora era también mi familia.

Nanon estaba al borde de la locura con respecto al tema de la boda. Comenzaba a temer que el niño se arrancara el cabello por el estrés que estaba imponiéndose él mismo. La última vez que había intentado intervenir en eso, casi quedo fulminado con la mirada que el chico me dirigió.

Eso sin agregarle la pesada tensión sexual que existía entre Francis y Adam. Si las cosas seguían de ese modo íbamos a tener que intervenir y tal vez arrojar un par de pastillitas azules en el café de ambos, eso haría que dejaran el orgullo a un lado y dejaran de mirarse como si follaran con los ojos.

—Ya basta con eso —arranque la revista de las manos de Nanon, arrojándola lejos antes de arrastrarlo a mi regazo—. Estoy cansado de verte con la nariz enterrada en esas cosas.

—Necesito esa revista, Ohm —se quejó, intentando escapar de mis brazos—. Es importante para mí.

—Para mí es importante que te tomes un segundo y mires a tu alrededor —gruñí. Había arrastrado al chico al lago, en un intento desesperado de que el niño tomara un poco de aire.

No había estado funcionando demasiado bien. Nanon había traído consigo una revista y ni siquiera le había dado una segunda mirada al paisaje antes de dejarse caer contra un árbol y enterrar la nariz entre las páginas.

—Ohm, por favor, no empieces. —se volteo a mirarme con el ceño fruncido.

— ¿Que no empiece qué?

—Has estado quejándote toda la maldita semana —chilló—. Estoy un poco harto de escucharte.

Volvió a intentar zafarse pero se lo volví a impedir.

—Oh no, cariño, tú no te vas a escapar de esto. —aseguré, acostándolo en el suelo, aferre sus manos sobre su cabeza y me senté sobre sus caderas—. Vamos a hablar de esto lo quieras o no.

—Sal de encima de mí, idiota. —se revolvió.

—No, no hasta que me digas que mierda te está sucediendo.

Me fulmino con la mirada—. Me encantaría saber lo mismo sobre ti. ¿Qué rayos crees que estás haciendo?

—Estoy intentando salvar esta relación —gruñí, acercándome tanto a su rostro que nuestras narices se rozaron—. Estoy intentando entender porque mi prometido ni siquiera me ha dado un beso en la última semana. Intento averiguar porque rayos no has entrado a tu estudio en la misma cantidad de tiempo y me encantaría saber desde cuando eres un maldito fan de las revistas de bodas porque cada vez que te veo tienes una en tus manos y ni siquiera me miras.

—Eso no es verdad —aseguro—. No ha pasado tanto tiempo desde la última vez que nos besamos.

— ¿Ah no? —Eleve una ceja—. ¿Cuándo fue la última vez que tú comenzaste un beso, Nanon? ¿Cuándo fue la última vez que me tocaste primero tú sin que me tuviera que arrojar sobre ti como si fuese una puta?

—Yo... —su voz murió poco a poco mientras me veía, la comprensión en sus ojos.

—Me estoy esforzando mucho por comprender lo que está sucediendo, me he dado tantas excusas con respecto a tu comportamiento que ya ni yo me las creo —sentí mis ojos arder y me maldije por ser tan emocional—. ¿Ya no me quieres, Nanon? ¿Por eso ya no quieres besarme?

Sus ojos se abrieron enormes—. ¿Que? No, no, no. Claro que te quiero... Ohm, mierda, no pienses eso. Jamás dejaré de quererte.

Me impulse fuera de él, alejándome un poco hasta que pude apoyar mi espalda en un árbol—.

¿Entonces qué sucede, Nanon? —Susurré, mi voz rota—. ¿En qué momento nuestra relación dejo de interesarte?

—Ohm, yo te amo.

— ¡Pues no parece que lo hicieras! —grité, las lágrimas ya corriendo por mis mejillas. Intentando sobreponerme a la sensación de pérdida que había estado anidando en mi pecho en los últimos días—. Ni siquiera me has mirado en dos semanas, no desde que Francis me dijo que era su hermano.

—Claro que te he mirado, Ohm, como crees...

—No, no lo has hecho —sacudí la cabeza, cortando sus palabras. Lo miré a través de mis lágrimas—. ¿Cómo es que tu tío se dio cuenta antes que tú de que he perdido peso? ¿De que ni siquiera he dormido? Nanon, hasta yo mismo veo que estoy hecho mierda y a ti ni siquiera te importa.

— ¿Has... has perdido peso? —tartamudeo. Asentí suavemente, desde que era un niño pequeño había sido siempre igual, mamá solía evitarme las angustias ya que estas lograban que bajara de peso en un tiempo record, como si alguien arrancara todas las ganas y la salud de mi cuerpo de un solo toque. Eso era lo que estaba sucediéndome en ese momento—. Oh por dios, Ohm has adelgazado mucho. Lo siento, bebé, yo nunca quise que esto sucediera.

— ¿Que está sucediendo, Nanon? —pregunte nuevamente, viendo como el moreno se arrastraba hasta quedar acomodado sobre mi pecho y me miraba—. ¿Hice algo mal? Porque si lo hice puedo arreglarlo, solo debes decírmelo, solo...

— ¡No, no, no! —sacudió la cabeza. Antes de acunar mis mejillas en sus manos, él tambien estaba llorando para ese momento—. Eres perfecto, Ohm, tú no has hecho nada malo.

— ¿Entonces?

—Soy un idiota, cariño —susurró—. Tengo tanto miedo de perderte que te he estado lastimando a ti en un intento de protegerme.

— ¿De qué hablas?

Me miró directamente, hipando—. Quiero que vayas a New York y hagas ese curso.

— ¿Ahora quieres que me aleje de ti? —susurré, sintiendo tanto dolor que era un milagro que pudiese hablar—. ¿Tanto asco me tienes que ahora ya no me quieres a tu lado?

—No, claro que no —apretó los ojos juntos—. Estoy haciendo todo mal, nuevamente.

— ¿Qué quieres de mí, Nanon?

—Quiero que seas feliz. —murmuró—. Quiero que cumplas tu sueño de ser aprendiz y que vuelvas a mí siendo el mejor profesor que Tailandia ha visto.

—Yo no puedo dejarte, bebé.

—Tú no vas a dejarme —aseguró—. Estaremos siempre en contacto y puedo ir a visitarte los fines de semana.

—Solo podremos estar juntos un par de horas.

—Es todo lo que pido. —Coloco un suave beso en mis labios—. Siento haberte herido, Ohm, solo... tengo tanto miedo de que no vuelvas que quería evitarme ese sufrimiento.

—Mírame, bebé —levanté su rostro con mis dedos—. Yo soy tuyo, jamás dejaré de serlo, ¿entiendes eso? Por más que me vaya a vivir diez años a la China, tú seguirás siendo el único para mí.

—Está bien. —murmuró—. No vas a irte a vivir a la China, ¿verdad?

—No, cariño —sonreí—. Y si lo hiciera, te metería dentro de la valija y te llevaría conmigo.

—Es bueno saberlo.

Lo apreté contra mi pecho, sintiendo el calor de su pequeño cuerpo contra el mío y al dejando esa sensación de malestar irse de mi pecho.

--------------------------------------------------------

Bien... Pueden llorar conmigo?

Brave. (Adaptación OhmNanon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora