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Acariciando el cabello de Nanon con suavidad, enrede las oscuras hebras de seda antes de dejarlas caer nuevamente. Los ojos del moreno revoloteaban intentando permanecer abiertos pero podía ver como el cansancio estaba ganando la partida. Acunándolo contra mi pecho, me mecí suavemente hacia los lados sonriendo cuando el niño se rindió ante Morfeo, hundiéndose en un tranquilo sueño.

—Lo que daría por borrar toda tu tristeza. —susurré mientras me inclinaba rozando mis labios en su mejilla.

Con un suspiro derrotado, me puse de pie con cuidado reteniendo mi preciosa carga contra mi pecho en un intento de no despertarlo mientras lo hacía. Entrando a su habitación, lo coloque suavemente sobre la cama preguntándome si era acertado dejarlo solo. No tenía ni idea de cómo iba a reaccionar el niño.

Las largas y espesas pestañas de Nanon revolotearon, abriéndose apenas unos centímetros para mirarme directamente.

—Vuelve a dormir, ojos bonitos. —Dije suavemente mientras lo cubría con una manta—. Iré a hablar con tu tío.

—Está bien. —su voz se mezcló con un suspiro antes de que se enroscara sobre sí mismo.

Sonreí con ternura. El chico era realmente precioso. Poniéndome de pie, fui hasta la ventana y arroje las cortinas cerrándolas para evitar que la luz del sol molestara a Nanon. No quería que nada lo alterara, tenía la impresión de que el chico estaba colgando de un hilo y cuanto menos se estresara mejor. Una vez que me aseguré de que la habitación estaba oscura me dirigí a la puerta y salí al pasillo, pasando por el baño para recoger mi camiseta.

La oficina del señor Adam quedaba en la planta baja, al fondo de un largo pasillo lleno de pinturas que podía apostar lo que fuera eran muy caras. La puerta estaba hecha de madera de cerezo, gracias a la tienda de muebles de mis padres podía distinguir perfectamente unas de otras. También sabía que una puerta así de maciza costaba una buena cantidad. Golpeando mis nudillos sobre la misma esperé la invitación para poder entrar.

—Oh Ohm, eres tú. —Adam recogió las carpetas de su escritorio rápidamente antes de hacerme un gesto para que me sentara en la silla frente a él—. Toma asiento, por favor.

—Gracias. —hice lo que me pidió antes de cruzar las manos sobre mis piernas y mirarlo directamente—.

– ¿De qué quería hablarme?

Adam se sentó en la silla detrás del escritorio mientras soltaba un suspiro largo. Su cabello oscuro, al Igual que el de Nanon, permanecía desordenado por la pelea y podía ver el cansancio adueñarse del verde de sus ojos mientras me miraba.

—Yo... —se mordió el labio sacudiendo la cabeza y mirando a todas partes antes de volver a mí—. No sé cómo lo hiciste.

— ¿Hacer qué? —incline la cabeza con curiosidad.

—Lograr que Nanon te acepte. —Apretó los labios juntos por un momento antes de volver a hablar—.

Hubieron varios guardaespaldas antes que tú, Ohm, pero eres el único que Nanon dejo entrar —sacudió una mano, abarcando todo—. Él hasta parece necesitarte.

—No hice nada en particular, señor Adam, simplemente... confié en él.

— ¿Y qué piensas hacer ahora? —pregunto, mirándome con una ceja alzada.

— ¿De qué habla?

—Con Nanon —aclaró—. Él confía en ti ahora pero, ¿eres su amigo o simplemente mi empleado?

Fruncí el ceño, pensando en sus palabras e intentando entenderlas. Podía ver su punto pero tampoco sabía la respuesta a esa pregunta. Sabía que si Nanon se daba cuenta de que seguía siendo su guardaespaldas y podía realmente pensar que solo estaba a su lado por el dinero. Eso destruiría la poca confianza que el chico había encontrado. El niño era frágil e inocente en algún punto, y tenía la impresión de que estaba muy cerca de su punto de ruptura. Si lo arruinaba, Nanon se perdería. Estaba demasiado consciente de ello.

Brave. (Adaptación OhmNanon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora