El beso

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Día 20.

Increíblemente ese día el frío era tan soportable que me atreví a usar un pequeño vestido rosa con unas lindas sandalias negras y un abrigo negro, mi cabello estaba trenzado y todas nos encontrábamos jugando juegos de mesa. Sara vivía pegada a mí desde el día de la pijamada, sus miradas eran cada vez más profundas y ese día, cuando me vieron llegar a la mesa a jugar sentí sus ojos sobre mí, ella vestía unos shorts y una blusa celeste junto a sus tenis deportivos negros. Me sonrió y le sonreí de vuelta.

Para la tarde, antes de ir a cenar Spooner se acercó a invitarme a hacer ejercicios con ella, nos dirigimos a nuestras cabañas a cambiarnos de ropa, ambas teníamos buena condición pero el frío empezaba a aumentar entonces llegamos hasta el lago, nos sentamos a mirar el atardecer y fue entonces cuando hablamos.

-Te quedan los vestidos.

-Gracias, empaqué unos tres pero el clima no me permite usarlos- tomé de mi agua y ella sonrió.

-Quería preguntarte algo- dijo nerviosa -¿Tienes pareja?

Tras casi morir ahogada por el agua que estaba bebiendo, negué y me eché a reír mientras ella me miraba.

-¿Por qué lo preguntas?- dije aún riendo mientras la miraba.

Sin preverlo sus manos se pusieron en mis piernas y se tiró a mi rostro, sus labios se hundieron en los míos y aunque quise apartarla por Sara, también recordé que no tenía pareja, puse mis manos en sus mejillas y la dejé entrar un poco más, sus labios eran suaves pero el beso fue tan insignificante que fue sencillo no ruborizarme, ella me miró y se apartó.

-¿Quieres ser mi novia?- dijo y arrugué el entrecejo.

-No, Spooner, ¡No!- dije extraña y recientemente asustada –No voy a ser tu novia, y no porque no seas guapa, dios porque si lo eres, solo que no me gustas de esa manera.

-¿Y quién sí? ¿Sara? Porque Sara es todo menos lesbiana- soltó y la miré seria.

-Creo que yo nunca respondí a tus preguntas- solté y me puse de pie.

-No, no, lo siento- me tomó de la mano –Podemos no ser pareja, lamento hacerte herido, ¿Podemos solo besarnos los próximos días?- mi miro y sonrió.

-No, seremos amigas y si eso no te funciona, lo siento- me saqué su mano de encima y empecé a correr de regreso al campamento.

Justo cuando iba llegando a mi cabaña Sara se puso a correr conmigo, traía el cabello en una cola alta y en sus orejas unos auriculares.

-¿Cómo te fue?- me preguntó cuando nos detuvimos frente a mi cabaña.

-Spooner me besó- solté de golpe y su sonrisa se extinguió.

-¿Y que tal?- me miró y levanté mis hombros.

-No fue nada, fue el beso mas sin gracia que he dado nunca- la verdad no entendía porque le contaba, no entendía mi extraña sinceridad.

-Tengo que irme a bañar, te veo al rato para cenar- me dijo y salió corriendo.

Suspiré y cuando entré en el baño caí en cuenta de lo estúpida que fui al contarle. Para la cena fui en jeans y cabello suelto sobre el abrigo negro que usé para los juegos del medio día, caminé sola hasta el comedor donde me senté con la chicas, estaba al lado de Sara como odas las otras noches, todas hablábamos incluidas Spooner y yo, pero cada que Spooner y yo hablábamos un tema "X" Sara se tensaba.

-Creo que me siento mal, ya no quiero comer y tengo sueño- dijo Sara mientras se ponía de pie –Las veo mañana chicas- se fue y sin mirarme salió del comedor. Iba a ir tras de ella, iba a seguirla pero me detuve, no podía ponerse así.

Sin saber por qué no pude conciliar el sueño y a las tres de la madrugada bajo unos tenis de ejercicio, medias, dos sudaderas y mi gorrito, camine hacia la fogata, ella estaba ahí sentada, me acerqué despacio y tras sentarme la miré.

-Hola, Sara- pasé mi mano por su rostro y ella cerró los ojos.

-Bésame- susurró y yo la miré, extrañada y sonrojada.

-¿Cómo?- dije como si no hubiera entendido.

-Bésame, quiero que me beses, quiero besarte y no quiero que nadie más te bese- soltó de repente y se volteo hacia mi.

Mis manos tomaron su rostro y me acerqué despacio, primeo fue un piquito, luego abrí mi boca y tomé su labio inferior, ella hizo lo mismo con mi labio superior, y entre ese beso lento que se volvía rápido y feroz, mi estomago baila alguna loca melodía, ella me levantó y me puso sobre sus piernas, mi cabello cayó como una cortina a cada lado de su rostro, su lengua empezó a danzar con la mía mientras sus manos agarraban mis nalgas, las mías pasaban por su espalda y cabello, su sabor era diferente y por alguna razón sentía que era el mejor beso que había dado en mi vida, ella empezó a restregar sus nariz con la mía y la besó.

-¿Te gustó?- susurró y sonreí, sonreí porque eran se esas preguntas que no se hacen y entonces asentí y me acerqué a su oreja.

-Me encantó- le susurre y sentí como sus músculos se contrajeron, abrí mis ojos y la miré –Me encantas.

Esta vez ella empezó el beso, un beso tierno.

Cuando te Conocí - AvalanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora