¡Ay, Sara!

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A las siete am estábamos todas en pijama haciendo fila para pasar por la comida, yo miraba alrededor mientras escuchaba risas y gritos, también habían abrazos y besos, yo era la única nueva como de costumbre con el constante cambio que hacía junto a mi familia y mientras pensaba en si recoger una manzana verde o una roja su cabello rosa saltó cerca de mi cara. Agarré la manzana verde mientras caminaba a su lado a una pequeña mesa en una esquina a ella.

-La comida es buena- sonrió mientas se sentaba frente a mí.

-¿Vienes siempre?- la miré.

-Desde que llegué de Canadá, es divertido, ya sabes, con eso de que es un campamento artístico- mordió su manzana y me miró -¿Qué te gusta hacer?

-Patinar, ¿A ti?- la miré y ella me guiñó un ojo para luego reír.

-Pues, canto, pero creo que Patinar aquí no es considerado un arte, ¿bailas?

-no, y no soy tan buena cantando- sonreí.

-Sara- dijo una chica a mis espaldas –Oh, Hola- me tendió la mano –Zari.

-Ava Sharpe- le tomé la mano.

-¡Como los marcadores y...

-Si, no- dije y sonreí sin ganas –Esos son Sharpie.

-Oh- dijo y miró a Sara.

-Ava- dijo y la miré -¿Quieres acompañarnos a la caminata? Es algo que hacemos el primer día de cada año, vamos en pijama a la montaña y regresamos, tal vez te gusta- sonrió y sonreí.

-¡Claro!

Y aunque la verdad no tenía la mas mínima de las ganas de caminar, fui, ahora sé que fue por ella pero aquel día solo tenía claro que iba por alguna razón que desconocía ¡Ay, Sara!

Adentrarnos a la montaña fue gracioso: brincar troncos y pequeños riachuelos, era todo verde y frío, mi pijama era delgado y estaba permitiendo que me diera frío, Sara caminaba a mi lado, nadie habló en un largo rato hasta que llegamos a un pequeño mirador, Sara, Zari y otras dos chicas se pusieron de pie cerca de la orilla. Sara me tomó de la mano y me llevó hasta su lado, ella miraba al frente y luego me miró para decir en voz baja.

-Siempre venimos a ver el lago- señaló al tranquilos montón de agua, era azul, un azul tan intenso que parecía un cielo nocturno, y de ahí se admiraba el bosque que rodeaba el lago y el cielo celeste sin una sola nube; la mano de Sara seguía sobre la mía, estaba cálida y suave, el cabello de las cinco se movía con el aire y por un momento todo fue mágico, poético y grato hasta que una de las otras chicas abrió la boca.

-Y en aquella parte del lago es el campamento masculino, a Sara le gusta Constantine.

-¿Cuál era la necesidad de arruinar el momento, Astra?- dijo Zari volviéndose y empezando a caminar.

-Aunque si es sexy- soltó Sara y todas rieron excepto yo.

Cuando empezamos a caminar ella seguía tomando mi mano, el sol empezó a calentar un poco y para cuando llegamos al campamento ya había un poco más de calor en el aire, me separé de las cuatro chicas y me adentré en la cabaña que me tocaba. Tras una cota ducha caliente me puse unos jeans negros ajustados y una blusa blanca sencilla, mis zapatillas negras con medias rosas y un abrigo negro encima, cundo salí Sara vestía toda de azul con unas zapatillas negras, cuando me vio corrió hasta mi y antes de abrazarme me analizó.

-Adivino, tu color favorito es el negro- rió y negué riendo.

-El rosa, aunque no lo creas- la miré sonriendo y ella me miró de la misma manera.

-Ven, vamos- me jaló de la mano.

En una parte del campamento había una zona en la que había un lugar para hacer fogata y muchos troncos a los lados, todas las chicas estaban ahí, eran cincuenta o sesenta más las gruías, ella me arrastró hasta el lugar que compartía con sus tres amigas: Zari, Astra y Spooner. La verdad las chicas no eran desagradables pero tampoco demasiado amables. Me senté al lado de Sara y entre todas empezamos a jugar dominó.

Cuando te Conocí - AvalanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora