¡Cual universo!

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Para la noche del tercer día estaba cansada para ir a cenar, tenía más sueño del acostumbrado y el hambre se me veía marchado del cuerpo, mis parpados pesaban y no tenía ganas de escuchar mucho ruido, me puse mi pijama verde con rosas rosada y me acosté boca abajo en mi cama de la litera, todas salieron a comer cuando el reloj dio la seis en punto, mis ojos se cerraron y por unas largas horas caí en un profundo sueño. Cuando el reloj marcó las cuatro de la madrugada, mis ojos se abrieron y el sueño se esfumó, tenía mucha hambre y cuando me senté en mi cama a mis pies había una bolsa, con cuidado la tomé y caminé al baño, encendí la luz y al tener claridad divisé una nota pegada en ella "Creo que te has quedado dormida sin comer, supongo que te despertarás en la madrugada con hambre y por eso tomé algo para ti. Sara". Sonreí y salí del baño con la bolsa en mis manos y tras ponerme unas medias peludas, mis zapatillas rojas y abrigo más grueso que tenía abrí la puerta de la cabaña y miré al frente, no muy lejos la fogata seguía encendida, me abracé mas al abrigo y caminé a la fogata, me senté muy cerca y saqué la pequeña tacita rosada, eran papas con pollo y en una botella un jugo.

-Naranja. Susurré cuando lo probé.

El cielo estaba lleno de millones de estrellas y una luna en cuarto menguante, los ruidos nocturnos se oían cercanos y el sonido de los últimos trozos de la madera quemándose me hacían una grata compañía, entonces de repente un bulto se sentó a mi lado y no sentí miedo, era ella.

-Sabía que te daría hambre- susurró y se abrazó más a su abrigo.

-Gracias, estaría destrozándome de hambre ahí dentro si no fuera por ti- le sonreí.

-Pues, un gusto, estoy para ayudar- sonrió.

Miramos juntas la fogata casi extinta mientras yo terminaba de comer mis papas con pollo, Sara miraba sin parpadear el fuego y mi mente creaba muchas preguntas, dos o tres veces abrí mi boca para hacer una pregunta pero nunca a hice hasta que Sara habló.

-Anda, pregunta- su voz era tranquila y cuando sus ojos me miraron, me atreví.

-¿Por qué estás despierta?

-No podía dormir y vine a ver si tú podías- me miró –Tal parece que te encontré en el lugar que creí.

-Yo no sabría en qué lugar buscarte, tal vez con los chicos al otro lado del lago- la verdad no sé porque lo dije, pero lo dije y ella rió.

-Astra está un poco loca y muy obsesionada con los chicos- me miró.

-¿Entonces no te gustaba ningún chico?- la miré y por un momento me sentí feliz.

-Obvio si, Constantine- sonrió y miró la fogata –Lo de que es sexy no es broma, es toda una realidad, tienes que conocerlo- me miró y asentí.

-¡Claro!- dije fingiendo emoción.

-La verdad es que visitamos el lago cada inicio de campamento de invierno, es nuestro lugar favorito en verano, hay juegos acuáticos y es cuando tenemos contacto con el otro campamento masculino y el mixto, es divertido, tienes que venir en verano- me miró sonriendo.

-Me encantaría- sonreí. Y sí, me encantaría pero era muy poco probable que con el trabajo de papá continuáramos en el país.

-Eres guapa, ¡Muy guapa!- suspiró y puso su cabeza en mi hombro -¿Tu novio es feo?- sonreí mientras negaba con la cabeza.

-Yo no tengo- le dije observando lo que quedaba del fuego.

-Pues seguro será feo, eso siempre pasa- ambas sonreímos.

-No creo que me pase- sonreí.

-¿Por? ¿Acaso eres lesbiana?- sonreímos –Puuff, no, no creo, eres muy guapa para serlo.

Nos miramos y creo que no fue necesario explicarle más, no fue necesario ni una sola palabra para que ella entendiera, su mano tomó la mía y su cabeza volvió a mi hombro, ambas volvimos a mirar la fogata unos minutos, mi comida reposaba en una de mis piernas y el único ruido que me interesaba era el de su respiración.

-Perdón, no quise ofenderte- susurró.

-Tranquila, no pasa nada- susurré.

-¿Puedo preguntarte algo?- susurró y asentí, ella lo sintió y prosiguió -¿Cómo lo ocultas?- nos miramos.

-No lo oculto- ambas sonreímos.

Pegó su frente con la mía y sonreímos, yo sentí sus manos abrazarme y la abracé, ella respiraba tranquila en mi pecho mientras yo miraba al cielo, la luz de la luna nos alumbraba y las estrellas nos acompañaban, y pensé, pensé en lo pequeña que éramos en un enorme universo y cuán grande era el momento que estábamos viviendo, casi tan grande como el mismo universo.

Cuando te Conocí - AvalanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora