WHITE

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—¡Jeno, tengo calor!

—Está nevando y no podemos arriesgarnos a que atrapes un resfriado, Haechi. —Le puso un gorro afelpado color gris.

—¡Pero ni siquiera puedo moverme con tantos abrigos encima de mí! —pataleó, con un puchero en su rostro. Jeno admiró lo tierno que se veía y le dio un pequeño beso en la nariz.

—Te ves muy bonito. —El adulado se sonrojó.

—No se trata de si me veo bonito. ¡Soy una pila de ropa!

—Es por tu bien, amor. —Dio por finalizado, antes de abrir la puerta y tomar a Haechan de la mano.

Salieron del departamento y se toparon con algunos vecinos al tomar el ascensor, quienes los miraban con rostros enternecidos.

—¡Qué lindo te ves, Haechanie! —Fue el comentario de la vecina del apartamento cincuenta y seis.

Al haber sido halagado, Haechan agradeció con un tenue rosa en sus mejillas. Jeno dejó escapar una risita al verlo avergonzado y agregó: «Yo también pienso lo mismo». En respuesta, Haechan le dio un pequeño golpe con el codo. Se despidieron y caminaron en dirección al frío estacionamiento.

Haechan admiró la nieve caer y sonrió como un niño. Corrió, con una movilidad limitada por la ropa, y dio saltitos sobre las pilas de nieve, dejando las huellas de sus pisadas.

Jeno lo miró con cariño y dejó que jugara por unos cuantos minutos. Admiró cada sonrisa y puchero que el lindo chico hacía; pero, cuando Haechan se cansó de brincar, tomó una bola de nieve y se la aventó en el rostro con una expresión de inocencia.

—¡Oye! —se quejó. El florista le sacó la lengua divertido—. ¡Ven aquí, travieso! —Corrió hacia él y lo persiguió por todo el estacionamiento. Haechan se ocultó detrás de un par de autos; acechó a su novio, quien miraba en todas direcciones en busca de él. Se rió, juguetón, y se relajó cuando no lo avistó cerca—. ¡Te atrapé! —Sorprendió al florista al abrazarlo por detrás. El chico saltó asustado y dejó escapar un grito, para después comenzar a reír.

—¡¡Me rindo, me rindo!! —chilló y se retorció bajo el agarre de su pareja, ya que había comenzado una guerra de cosquillas.

Quedaron frente a frente. Jeno se acercó hacia él y lo besó despacio. Sintió las manos de Haechan detrás de su cuello y profundizó el beso mientras sonreía.

Un ligero carraspeo hizo que se separarán; ya que, uno de los vecinos quería adentrarse en su automóvil, pero la parejita, al estar frente a éste, obstaculizaba la entrada. La timidez los recorrió y se hicieron hacia un lado, para no estorbar. El vecino les agradeció con una corta reverencia y entró al vehículo apresurado, un poco avergonzado por haber interrumpido el mágico momento de los dulces enamorados, quienes decidieron inhibir la bochornosa situación al ir hacia su propio vehículo, para emprender marcha hacia el lugar destinado.

—¿Adónde vamos? —preguntó Haechan. Se despojó de algunas prendas y encendió la calefacción.

—Primero, iremos a tu consulta con Jaemin... Y, después... Es una sorpresa.

Lo miró, curioso, pero no ahondó más en el tema porque sabía que Jeno llegaba a ser muy reservado cuando de sorpresas se trataba; así que, optó por guardar su pequeña euforia y dio un pequeño bostezo hacia la ventana. Tenía sueño. El jugar en la nieve lo había agotado un poco. Se acurrucó en el asiento del copiloto y tomó una pequeña siesta.

Jeno lo observó por el rabillo del ojo y una inocente sonrisa se proyectó en su rostro; sin embargo, tal expresión se desvaneció en segundos al percatarse de la tranquilidad que el hiperactivo chico había transmitido en las últimas semanas. Era como si su energía se estuviera agotando. Una opresión blandió su cuerpo y el amargo sabor a incertidumbre se distribuyó en su torrente.

EL CHICO GIRASOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora