Cayendo hacia el río circular de la vida nos damos cuenta cuán afortunados somos de seguir compartiendo el mismo aire, la locura de la caída es romántica, el caos del mediodía y los gritos desenfrenados provenientes de esos lindos labios me hacen recordar cuántas cosas han pasado entre nosotros desde que nos tropezamos deliberadamente. Por aquellos ayeres era La Bestia, un ser calcinado por sus propias dudas existenciales, no digo que no lo sea hoy en día, pero siempre viste aquella bondad y poder en mis palabras, aunque tus versos llenos de intriga cada día son más. Hablabas conmigo libremente, yo te estaba escuchando, lo sigo haciendo, incluso en esta caída sempiterna.
Tú eras el diccionario de las películas, no había largometraje que no supieras hasta cuándo se concibió meramente la idea, eras tan meticulosa en lo tuyo, con tintes de obsesión, por eso terminé besándote, porque te parecías horriblemente a mí. Los tiempos fueron cambiando, para mal y para bien, tus besos yacían en mi pecho y no podía sentir nada más que la ira que La Bestia me había dejado antes de irse, era el llamado Oliver Custer primitivo, el piano de esas películas ucranianas era exquisito para nuestros oídos, escuchábamos aquel jazz moderno que nos generaba tantas alucinaciones como el sexo que concebíamos, movía mis dedos con los tuyos en unísono, estábamos tan unidos, aparte del plano físico notado por una penetración, tan juntos en un mundo interno que luego llamaría The Inner Universe, me estaba dando cuenta de cuán pegado a ti estaba en plena sesión, usando un antifaz negro y dándote el placer que me susurrabas al oído al ver esas comedias italianas baratas pero divertidas.
No temiste, no temes y no temerás de Oliver Custer, un cuasi-psicópata literario, no es que sea amor, aún, es que es encantamiento, caíste en mi trampa de oso, pero no todo termina allí, yo también terminé seducido en la cama de una mujer mayor que yo, que no se dejaba llevar, que era un pura sangre indomable a menos de que besaras sus labios con la violencia de un asesino en serie, eras una cuasi-psicópata cinéfila.
El impacto ha sido mínimo, hemos terminado de llegar al río circular, es más plácido de lo que pensaba, me había imaginado un tránsito de peces enorme, casi metropolitano, pero sólo estábamos tú y yo en un riachuelo cubierto por plasticidad y metalúrgicos, bipolaridad ambiental es esto. Somos amantes astrales y este es el fin de un corto de nuestro amor.
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Cuerpo Astral
General FictionPiezas mías y de otros, lo que soy y lo que no soy. La astralidad de mi universalidad.