CAPÍTULO 41 - AGÁRRATE

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Camilo dejó el centro de animales, no sabía donde buscar a su madre y sus hermanos, por lo que decidió esperar a que volviesen a Casita después de sus tareas y a toda velocidad hizo lo mismo, para contarle a Bruno que iban a tener otra cita.

No tardó mucho en llegar y en cuanto atravesó la puerta llamó a su tío, pero no recibió ninguna respuesta, un poco extrañado se acercó a la biblioteca, pero no estaba allí, decidió subir a su habitación, pero tampoco parecía estar ahí. Algo le hizo levantar la cabeza y mirar a lo mas alto de la cueva.

—¿No estará allí?

Camilo dudó unos instantes si merecía la pena subir todas las escaleras y tras un par de minutos pensando, se encaminó escaleras arriba. Y aunque esta vez las subió con menos pesadez, tardó alrededor de veinte minutos en llegar arriba del todo, y tras pasar el puente colgante, vio como la puerta de la guarida de visiones estaba abierta, se acercó y la atravesó y como se imaginaba, allí estaba Bruno sentado en el centro de la gruta.

—¿Bruno?

El hombre dio un ligero respingo y se volteó.

—Oh Milo ¿ya volviste? —dijo el hombre mientras se levantaba y limpiaba la arena que se había quedado adherida en su pantalón.

—Si, no he encontrado a Dolores ni a Federica, esperaré a que vuelvan.

—Vale

—¿Qué hacías aquí? —dijo Camilo mirando detrás del hombre, viendo como había preparado un ritual de visiones.

—Nada, solamente quería relajarme un poco y aquí no tengo distracciones.

Camilo soltó una risita.

—¿Tanto te cansaste antes que necesitas relajarte? —dijo con voz coqueta.

—Tienes que esforzarte más para dejarme echo polvo, niño bonito —respondió Bruno a la provocación del joven.

—¿Ah sí?, habrá que probar.

Camilo se acercó a Bruno rodeándole la cintura con los brazos y pegándose a él, juntando su nariz con la suya, habló haciendo que sus labios rozaran los del mayor.

—¿O vas a dejarme así?

Bruno cargó a Camilo haciendo que las piernas del chico rodearan su cadera y mientras le sujetaba por el culo empezó a besarle, aunque no duró mucho, porque el mayor dejó de besarle para mirar detrás de él.

Un tucán se posaba en la entrada de la cueva de visiones, sobre él había una rata, la reconoció enseguida, era Federica, lo que solo podía significar una cosa.

—Milo, para —dijo el hombre un poco brusco por la impresión de ver al pájaro.

Camilo se posó en el suelo algo confundió e intuitivamente miró hacia atrás, y comprendió la actitud de su tío, era uno de los pájaros de Antonio y a diferencia de las ratas no tenían indicación de no contarle nada a Antonio.

La pareja se quedó un instante ahí, parados, mirando al pájaro, y cuando la rata bajó de él, echó a volar cueva abajo.

Bruno echó a correr y agarrando al chico de la mano lo arrastró hasta el borde del acantilado.

—Agárrate.

Camilo hizo lo que dijo Bruno y se abrazó a él, fuerte, cuando notó que saltaba por el hueco del acantilado. Camilo gritaba, ambos se precipitaban por el precipicio a una velocidad tal que adelantaron al pájaro en menos de unos segundos y a unos metros del suelo, una corriente de arena emergió del suelo y creando una plataforma los recogió y como si nada, los depositó en el suelo.

El Camaleón Enterrado en la Arena del Futuro  (Camilo x Bruno) (Brumilo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora