En el jet

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El viaje era silencio, seguía muy alerta, Tokio seguía temblando por instinto lleve mi mano a su hombro lo que provoco que se sobresaltara pero al mirarme se calmó, al ver que se había asustado cuando la toque decidí quitar mi mano y hacer como si nada.

Mi mirada estaba puerta en la calle, digan lo que digan, hagan lo que hagan, nunca quito mi mirada de la calle por más despejada que este.

Detuve la camioneta a la derecha de la calle para después bajar de la misma, estaba frente a la camioneta mirando a la nada, mi mano izquierda la lleve a mi cara y mi mano derecha la tenía en mi cintura.

Estaba bajo mucha presión y bastante estresado, mi cabeza dolía, y lo que le pasó a Tokio, no puedo ni imaginar que le hubiesen hecho sí yo no llego a tiempo, eran las 5:09 de la tarde, muy proto tendría que tomar las pastillas y para mí desgracia, aunque no me ayuden tanto como lo hacían antes, si no me las tomo, no quiero mi imaginar lo que pasaría.

Tome aire por la nariz hasta llenar mis pulmones y solté el aire por la boca después de retenerlo por cinco segundo, me sentía cansado, he viajado en carro por horas sin detenerme, pero esto es diferente, estoy muy agotado, con un pequeño suspiro volví a la camioneta.

—Hermano, ¿Estás bien?

—Si Emily, estoy bien, nada de que preocuparse

—¿Cuánto falta? — Mi padre solía viajar por mucho tiempo y estoy seguro que viajaba en carro por muchas horas, pero también estoy seguro que está frustrado por todo esto y aunque su forma de gestionar esa pregunta fue de manera brusca trato de contestarle lo más amable posible —

—Faltan tres horas, pero si manejo más rápido llegaríamos en dos horas

—Pues acelera Alessandro, estoy cansando

Sin decir nada aceleró la camioneta, al acelerar mis sentidos se ponen en alerta para poder frenar si cualquier cosa, ya habían pasado 30 minutos y todo seguía en silencio, por el retrovisor mire que todos iban dormidos, se les notaba que estaban cansados.

Tokio ya estaba más tranquila, sin embargo no estaba dormida, ella miraba por la ventana y aunque no había mucho por ver parecía distraída.

El tiempo estaba pasando más lento de lo que esperaba, eran las 5:45 de la tarde, el sol empezaba a darme en la cara, me puse unos lentes de sol que traía en el suéter y con eso se me facilito más el conducir, dieron las 6 de la tarde y seguíamos en la camioneta.

—Alessandro, ¿Te encuentras bien? Te noto algo cansado o frustrado

—Si Tokio, estoy bien, quien debería de preguntar eso soy yo

—Estoy bien, aunque...

—Termina lo que vas a decir

Tokio antes de hablar miro hacia atrás, después de verificar lo que sea que ella estaba verificando, en voz baja me dice algo que me deja aturdido y con las orejas rojas de la rabia.

—Aunque me duele allá abajo

—¿Te refieres a tu intimidad?

—Si...

—Pues no se qué decirte, talvez cuando estemos en el jet llame a algún ginecólogo y cuando aterricemos te mando a revisar, solo si quieres

—No quiero que nadie me revise, gracias pero no

—Lo entiendo, pero no estaría mal que se descartara cualquier cosa

—Es que nunca me gustó ir al ginecólogo... talvez tú me puedas revisar...

Las palabras de Tokio me dejaron atónito, no sabía que decir, por primera vez me quedé sin palabras, su voz sonó angelical, también tiene e inocente pero ahora no sé si todo eso es sólo una fachada.

There are secretsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora