Capítulo 1

61 8 1
                                    


Curiosidad.

Eso era lo que ocasionaba en él ese... ¿Chico? ¿Persona? Como sea, eso era lo que sentía por él, y como no, era la primera criatura viva que veía en centenares de años y que no había sido una creación suya.

Lamentablemente cada vez que intentaba acercarse este terminaba huyendo, y no podía alcanzarlo debido a que este tenía ventaja por sus alas, solo en esos momentos era realmente frustrante que una de sus alas esté permanentemente herida.

Sin embargo esto no hacía más que aumentar sus ansias de conocerlo, quería saber su propósito, saber qué hacía en ese lugar, por qué pasaba más tiempo en la tierra que en su propio mundo.

Pasó alrededor de una centena de años de esa forma, él intentándolo acercarse al azabache y este alejándose con notoria incomodidad en el rostro. Sin embargo, parecía que ninguno estorbaba el trabajo del otro.

Sin darse cuenta el ambiente en ambos mundos parecía volverse más ameno, no sabría explicarlo, pero se sentía menos cargado de energías extrañas, aunque probablemente fuera solo su imaginación...

Los siglos pasaban y dejó de intentar forzar las cosas entre los dos, cuando el muchacho estuviera listo se acercaría a él por su propia cuenta. Mientras tanto, disfrutaba las veces que podía verlo de lejos.

Recordaba que una vez vio al azabache tirado en el suelo, como era de esperarse se preocupó, tanto que se acercó e intentó tocarlo, sin embargo a pesar de su notorio cansancio este se alejó, dejando a ambos a una muy considerable distancia.

Era la primera vez que ambos permanecían en el mismo lugar por más de cinco segundos.

Sucedió tan rápido que no le dio tiempo de siquiera hablarle al azabache, simplemente se limitaron ambos a ver cómo del cielo caía otra estrella fugaz, aterrizando justo en medio de ambos.

Se limitaron a verse por unos momentos, se notaba el nerviosismo y miedo de ver un meteorito caer después de tantos siglos estando solo los dos. Tragaron en seco y asintieron con la cabeza, como si pudieran comunicar sin palabras lo que querían decirse. Lo único que podían ver mientras se acercaban era una tela de seda color celeste cubriendo al ser que se encontraba respirando.

Se miraron por última vez sin cruzar palabra alguna, aguantaron la respiración y con delicadeza comenzaron a retirar la tela, dejando al descubierto una chica de cabellos celestes con un vestido del mismo color, y con algo en la espalda que no podían ver con claridad qué era, y parecía tener algo parecido a una corona de flores en la cabeza.

La chica comenzó a abrir los ojos con lentitud, a lo que ambos pudieron apreciar que sus ojos combinaban con el resto de la vestimenta y su cabello. Después de unos momentos esta sonreía con calma, a lo que ellos respondieron también con una sonrisa y se miraron entre ellos igual de felices.

Ya no eran sólo ellos dos.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sen Seiki [MiriTama]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora