Abrió los ojos y de repente se encontró en un lugar completamente elegante, parecía un salón repleto de personas cuyos rostros sonrientes y copas de champagne indican la celebración de una fiesta. Sonrió ante este hecho y continuó caminando entre la multitud que alegres y vivaces lo saludaban joviales y complacidos de su presencia.
Entre más recorría el salón más le llamaba la atención aquella puerta completamente negra que se encontraba al final de aquella fiesta, nadie parecía verla o siquiera importarle su obvia e innegable presencia, aunque si la mencionaba algunos a su alrededor se incomodaban y otros evadían el tema.
A pesar de las sugerencias y una que otra súplica decidió que debía ver lo que ocultaba esa puerta, aún si no le gustaba lo que había detrás de ella. Con determinación tomó el pomo negro y lo giró, accediendo al fin al otro lado.
Todo era ligeramente más opaco y sin color, contrarrestando completamente la fiesta que había dejado atrás. Mientras más caminaba más evidente era el frío que recorría su cuerpo desde los pies hasta la cabeza, todo parecía solitario y vacío, al menos hasta que encontró una escena difícil de digerir.
Se encontraba en un escritorio un hombre sentado y firmando documentos, sin embargo debajo de él se encontraba una gran cantidad de cuerpos inertes sin una sola gota de vida en su interior, firmaba cada hoja de papel con una cuestionable diversión y luego las tiraba al suelo, en el trayecto cada hoja se transformaba en otro cadaver que se acumulaba a su alrededor.
Quiso detenerlo pero notó que sus pies no podían pasar más allá de lo que la luz de la fiesta a sus espaldas le permitía. Después intentó gritar y suplicarle que dejara de asesinar a cada hoja con su bolígrafo, pero se dio cuenta que su voz no llegaba por lo fuerte que sonaba la celebración en la que estuvo hace poco.
No importó cuánto lloró ni suplicó, mucho menos si intentaba acercarse, simplemente no podía detener aquella masacre que sus ojos presenciaban.
Entonces lo vio.
Pudo ver cómo aparecía una figura detrás de este hombre, miraba con monotonía y desdén cada asesinato por encima del hombro del homicida. Aquella figura, antes anónima ahora se hacía presente como el dios de la muerte, quién tomó con delicadeza el cabello del hombre y lo obligó a levantar la cabeza, escuchó como este suplicaba que lo dejara seguir con lo que estaba haciendo, pero este solo lo miró con una frialdad impropia de él mientras manifestaba su guadaña en su otra mano.
En un movimiento rápido y desconcertante, la vida de aquel sujeto que había masacrado tantas personas había terminado. Con aburrimiento tiró su cuerpo a un lado y su miraba se tornaba más cálida al ver el resto de cuerpos tirados, se limitó a tocarlos rápida y suavemente convirtiéndolos en luces que se elevaban hasta ya no ser vistas.
Luego lo miró a él y se acercó, intentó tocarlo pero su mano no podía tocar más allá de la oscuridad, no podía llevarlo con él a aquel salón lleno de festejo y diversión, el muchacho solo sonrió con pesar.
De pronto volvió a estar enfrente de aquella puerta negra, la cual el azabache se aseguraría de cerrarla en su cara.
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Sen Seiki [MiriTama]
FanfictionSu primer recuerdo era oscuridad. Una abrumadora, profunda y solitaria oscuridad. Entonces lo vio, y supo en ese instante que ya no estaría solo. Lo amó mil siglos, y lo amaría mil siglos más, de eso estaba seguro.