Capítulo 6.00

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Un auto había pasado muy cerca de él casi atropellándolo. Su dinero cayó y no tuvo tiempo de recogerlo así que tuvo irse caminando a casa con una sopa instantánea y tiritando de frío. Estaba lloviendo y se había mojado por completo. Su humor estaba por los suelos en ese preciso instante.

Llegó a su casa y entró en silencio prendiendo la luz del pasillo. Comenzó a avanzar por la cocina y puso a hervir agua mientras iba a su habitación y buscaba un pijama limpia. La recogió y organizó un poco el espacio antes de regresar y apagar el agua. Soltó un suspiro y dejó la sopa instantánea en la barra para meterse a bañar. Prendió el agua caliente y cerró la puerta para darse un largo baño de agua hirviendo y relajarse. Transcurrieron largos minutos hasta que finalizó y se secó perfectamente el cuerpo.

Salió colocándose el pijama: unos pantalones negros y una camisa de manga larga blanca ligeramente transparente. Secó su cabello con sus manos y se peinó un poco antes de avanzar por los pasillos para detenerse en la cocina. Pero su corazón dio un brinco y su cuerpo se congeló al instante. Tragó duro al ver su sopa servida ya en un bol y hasta con unos palillos al costado reposando gentilmente.

Su corazón latió duro en su pecho y con manos temblorosas corrió a su cuarto para marcarle a la policía pero se detuvo y sintió su alma irse al suelo. Sus ojos se agrandaron y su garganta se le cerró por completo al ver que alguien ya estaba ocupando su cama. Un hombre acostado, vestido de negro con una máscara de tela negra que dejaba libre sus labios y el cigarro que estaba fumando tranquilamente.

Jimin comenzó a retroceder con su corazón latiendo más fuerte hasta que salió y se dispuso a correr. El hombre en la cama pegó un brinco en ese instante y lo atrapó dos pasos después abrazándolo por detrás y colocando un pañuelo húmedo en su nariz.

Jimin gritó y se revolcó con fuerza, arañando y golpeando con fuerza todo a su alrededor. Cayeron al suelo.

—¡SUÉLTAME! —gritó Jimin—. ¡SUÉLTAME MALDITO ACOSADOR DE MIERDA!

Logró encajar sus uñas con fuerza en su cara y rasguñó provocando una herida cerca del labio, un rasguño rojizo casi hasta la barbilla que hizo al hombre soltar un gruñido y empujarlo más hacia el suelo.

Tomó el trapo y con todas sus fuerzas se lo volvió a poner en la nariz al chico debajo de él. Jimin no definía su rostro ya que su visión comenzaba a ser borrosa. Siguió peleando hasta que sus brazos cayeron a sus costados y todo poco a poco se fue tornando negro, hasta que se desmayó.

El hombre de respiración pesada poco a poco se fue calmando hasta que se calmó por completo. Se sentó un poco sobre Jimin rozando su rostro y lentamente fue retirando aquella máscara dejando a la luz su rostro y su cabello oscuro ligeramente despeinado.

—Pequeño Jimin... —dijo Min Yoongi con burla—. Te dije que sería bueno hasta que agotaras mi paciencia.

Lo jaló un poco de las piernas hasta el centro de la sala y yo dejó allí unos segundos. Lo admiró con la boca hecha agua y se inclinó comenzando a tirar de su pijama hasta desprender la prenda superior y dejar a la luz esos hermosos pezones rosados. Se inclinó un poco para besarlos y succionarlos sintiendo su suave textura rozando con su lengua.

¡Qué manjar! ¡Qué delicia!

Dirigió sus manos después al pantalón y lo retiró lentamente con ojos brillantes de deseo. Y finalmente lo tuvo desnudo. Para él y solo para él. Una sucia sonrisa se coló por sus labios y comenzó a acariciar su cuerpo con sus manos, sintiéndolo caliente, recién bañado, impecable... y solo para él. Se mordió los labios y se levantó para agarrar unas rosas rojas que había traído pero que el menor no se había percatado de ellas.

Arrancó los pétalos y comenzó a tirar sobre el cuerpo desnudo de Jimin que permanecía inmóvil. Los ordenó creando una imagen impecable de erotismo artístico con pétalos de rosa. Agarró el cuchillo que tenía el menor y se abrió un poco la palma de la mano, dejando escurrir unas cuantas gotas de sangre sobre sus labios entreabiertos.

Se alejó un par de pasos y tomó su cámara fotográfica colocando un filtro blanco y negro. Comenzó a sacarle fotografías. Lo rodeó sacándole distintas fotos desde distintos ángulos hasta que tomó su favorita y ¡Dios!, qué caliente estaba con todo eso. Finalizó su sesión y se inclinó hacia él hasta besar sus labios con dulzura degustando su propia sangre.

—No olvides que eres mío, Jimin —susurró sobre sus labios—. Y me amarás tanto como a ti yo te amo.

Y salió de la casa en completo silencio, dejando su obra de arte inmóvil en aquella oscuridad.








LIMERENCIA - yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora