Capítulo 8.00

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Min Yoongi observaba en silencio al hombre agarrando la mano de la apuesta mujer que lo acompañaba. Iban avanzando en risas y sonrisas bastante alegres que provocaron que alzara una ceja y se colocara sus anteojos de sol.

Los estuvo siguiendo casi todo el día observándolos de lejos cual sombra sigilosa. Llegó la noche y la feliz pareja llegó cerca de unos callejones donde comenzaron a besarse lentamente.

Yoongi se apoyó en un árbol no muy lejano donde podía escuchar.

Un teléfono comenzó a sonar y el hombre se separó de la mujer para contestar.

—¿Sí? —preguntó mientras la otra mujer resoplaba visiblemente molesta—. Jimin, ¿qué sucede hijo?

Yoongi mantuvo la vista fija y en un silencio más crudo. El hombre asintió y la mujer se cruzó de brazos mostrándose impaciente.

—Sigo en el trabajo Jimin... lo sé, lo sé… —El hombre torció su boca—. Jimin por dios, sé que era un proyecto importante pero no vas a morir porque no fui... sabes que he estado demasiado ocupado estos días.

Yoongi no pudo evitar sonreír y lentamente dirigió su mano al interior de su saco, negando con su cabeza mientras escuchaba al hombre decir hartas mentiras patéticas.

—No me esperes, llegaré tarde. Buenas noches —le contestó fríamente el hombre antes de colgar, guardar su teléfono y regresar la mirada a la mujer—. Lo siento, mi hijo es demasiado insistente.

—Ya es grande, ¿por qué no lo dejas? —preguntó la mujer—. ¿Y te vienes conmigo?

—Hablaré con él regresando. —El hombre sonrió y volvió a tomarla—. No hablemos de él.

El adulto joven siguió observando a la pareja en completo silencio y los besos que se daban. Metió la mano en sus bolsillos y sacó unos guantes y una máscara que se puso y que cubrió todo a excepción de sus ojos.

Tomó con firmeza la pistola y sin hacer ruido alguno y se coló en el callejón donde estaban. Antes de que reaccionaran sencillamente le disparó al hombre dos veces.

Este gritó al igual que la mujer y cayó al suelo. Se acercó a la mujer que aunque quiso correr, el chico con máscara la tomó del cuello y en un rápido movimiento, se lo tronó.

Al escuchar el sencillo crujido suspiró y se separó de ella ahora viendo al hombre en un charco de sangre en el suelo.

Se puso de cuclillas para asegurarse que no respiraba y satisfecho, después de asegurarse de no dejar pruebas, se retiró con toda la calma del mundo y una sonrisa de satisfacción en su rostro.

—Uno menos que te haga daño, mi amor —susurró Yoongi viendo a Jimin desde su ventana llorando en la mesa—. Y cuando no haya nadie más que te lastime, te haré venir a mí. Solo sé paciente amado mío, esta pesadilla pronto terminará.









LIMERENCIA - yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora