El Regreso

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Lugar desconocido

Horas más tarde

Mirabel despertó la mañana siguiente con sus hombros entumidos por haber dormido en el suelo. No tenía idea de cómo había hecho Bruno para hacer eso durante los últimos diez años y sintió una punzada de culpa al pensar en que todo eso lo había hecho por ella. Bostezó y se frotó los hombros bajo la ruana, aún con un poco de frío.

Para su sorpresa escuchó un gemido de dolor detrás de ella y se volvió alarmada.

Bruno estaba de pie dándole la espalda, mirando hacia la pared de la cueva. Tenía las manos en la cabeza y la sacudía de un lado al otro, quejándose en voz baja y murmurando algo que la chica no pudo escuchar.

-No, ahora no...- alcanzó a escuchar- ugh...no voy a ver... no voy a ver...-

Mirabel vio con horror a su tío caer de rodillas y golpearse repetidamente la cabeza contra la pared, sin dejar de repetir lo mismo. No entendía que estaba pasando, pero se levantó apresuradamente y corrió al lado de Bruno, deteniendo la cabeza de su tío con sus manos para que no siguiera golpeándose.

-¿Qué te pasa, tío?- dijo ella en voz baja mientras impedía que se golpeara- ¿qué tienes...?-

-Una visión- dijo débilmente antes de gruñir- ugh... no quiero ver... no quiero esta maldición-

La chica no lo soltó ni dejó que siguiera lastimándose. Entonces, ¿estaba tratando de evitar tener una visión?¿Por qué hacía eso?¿Y por qué tenía esa horrible reacción al resistirse?

-Tío Bruno...- dijo ella tomando su rostro entre sus manos, haciéndolo levantar la vista hacia ella. Sus ojos verdes brillaban aún con más fuerza que antes- va a estar bien. No quiero que te lastimes-

Vio a su tío mirarla como no la había mirado antes, para después cerrar los ojos y respirar hondo tratado de tranquilizarse. Puso sus manos sobre las muñecas de Mirabel hasta que su respiración se normalizó. Se sentó en el suelo, soltándose de Mirabel, y se apretó el puente nasal.

-Lamento que hayas visto eso- dijo él aún apretando los ojos- no quería asustarte-

-Está bien- dijo Mirabel al darse cuenta de que sus manos estaba temblando- ¿quieres hablar de lo que pasó?-

-No realmente, pero mereces una explicación. A veces tengo visiones involuntarias que rara vez son buenas, así que desde ésta- dijo Bruno señalando la visión armada- no he vuelto a tener ninguna visión espontánea. Cuando pasa eso y me resisto, tengo un horrible dolor de cabeza-

-Y tus ojos- dijo ella.

-Y mis ojos- dijo Bruno antes de sacudir la cabeza y traer un plato de desayuno para ella- no importa. Espero no haberte quitado el apetito-

Mirabel miró dudosa el plato, aún preocupada por lo que acababa de ver, pero decidió complacerlo y comenzó a comer sin dejar de pensar que cuando Bruno decía que el milagro era una maldición tenía un significado diferente a lo que ella había creído. La primera ve lo había escuchado decir eso, ese día junto al río, creyó que su tío solo estaba amargado y quería dañar a la familia, pero ahora notaba lo que ese don era para él: un literal dolor de cabeza.

-Podrías tener otra visión- dijo Mirabel mientras comía.

-¿Disculpa?-

-Sí, una visión sobre lo que está mal con la magia-

-No hay nada más que saber, Mirabel. Tú vas a destruir la magia, punto- dijo Bruno.

-Pero podrías tener otra visión, decirme si hay una manera de salvarla...-

La maldición de la familiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora