— Mi única maldita queja es que no usaste la puñetera puerta. — Gruñó Lilith.
— Lenguaje, Lilith. — Reprendió mi hermano.
Parece ser que se les ha olvidado de que estoy aquí, tirado en el suelo y agonizando del dolor.
De acuerdo, puede que, no agonizando, pero aun así, me duele y es molesto. Es tener un terrible ardor en el cuerpo que solo es levemente disminuido por el hielo y no es una gran solución, pues al estar dentro de bolsas y por mi calor corporal se están derritiendo bastante rápido.
— ¿Puedes dejar de quejarte mentalmente? Tienes una cara lamentable. — Reprendió Rafael.
— Discúlpame por no tener la cara más amigable cuando me están castigando. — Resoplé. — Además, no sabes si me estoy quejando, tu no lees mentes. —
— Que hermosa reunión familiar, preciosa, en serio, pero solo tengo una pregunta... ¿¡Desde cuando mi departamento se volvió punto de reunión para los ángeles!? — Gritó Lilith, notoriamente molesta con toda esta situación.
Si se puso de malas al conocer a Rafael, no va a soportar a Azael. Y con lo que le encanta pasar el tiempo en el mundo mortal no me sorprendería que apareciese por aquí dentro de poco.
— De verdad lamento la intromisión, señorita Lilith, no era mi intensión causarle un problema, suficiente debe ser tener a mi hermano aquí con usted. — Se disculpó mi hermano, tomando la mano de Lilith y dando un beso en su dorso.
Sonreí de lado ante las acciones de mi hermano, pues se perfectamente que ella no caerá ante las finas palabras del tarado aquí presente, probablemente lo va a mandar a la mierda o, en el mejor de los casos, meterle una buena bofetada.
— Tranquilo, yo entiendo...y no te preocupes por Luzbel, una vez que te acostumbras realmente no esta tan mal. — Escuché que ella le respondía de forma risueña.
Y no solo eso, sino que se sonrojó. Se sonrojó. ¿¡Por qué demonios se está sonrojando!? ¡Solo es Rafael! ¡No se sonrojó cuando habló conmigo por primera vez!
Fruncí el ceño, algo molesto por aquello, así que como pude me levanté y me acerqué hacia ellos, poniéndome junto a Lilith y mirando mal a mi hermano.
— Si, si, como digas, luego te disculpas un año si quieres, ahora mejor dime porque estás aquí. — Fue casi una exigencia por mi parte.
Bueno, quizás sin el "casi".
— Te estaba echando un ojo, hermanito, quería saber que estabas bien...y a buena hora se me ocurrió vigilarte. — Hizo una mueca, torciendo su boca. — Si no hubiese pedido a Padre que aplazara tu castigo, Lilith y tú se habrían metido en un montón de problemas. Y créeme, no solo con los humanos. —
No tuve cara para replicar, pues se perfectamente que aquello es cierto y realmente, no quiero ni imaginar los problemas que pueda traerle a Lilith. Mi alma parece estar condenada, más después de lo de hoy, pero no pienso dejar que condenen la suya.
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Mi Hermoso Pecado
RomanceMiraba el enorme barranco frente a mi. El barranco que va directo al mundo mortal. - Luzbel. - Me llamó Gabriel. Lo mire por encima de mi hombro, sabía lo que debía hacer. Todos sabían. Saque mis alas y las extendí, pero no moví ni un solo músculo...