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— ¿Estás diciéndome

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— ¿Estás diciéndome...que los humanos comen estas cosas por mero gusto? — Cuestione, viendo el "plato" donde Lilith había servido mi "sopa instantánea".

Aunque esto de comida no tiene nada, es más un pedazo de plástico con sabores falsos.

— Pues sí, hay personas que las comen por gusto...otras como yo, que no tenemos más opción. Ahora calla y traga. — Refunfuñó ella, mientras le daba otra cucharada a su comida.

Maruchan. Sopa instantánea.

Al menos eso era lo que se leía en el envase de la comida. Atiné solo a encogerme de hombros y tomar un poco de esta con mi cuchara y después llevarla a mi boca.

Bueno...esto es...

— De acuerdo, debo admitirlo, esta cosa sabe rica. — Dije, dando otra cucharada más.

— Te lo dije, pero ah, el niño mimado no quería probar lo que le di. — Se burlo, pues pude escuchar ese tonito sarcástico suyo. — Eres la primera persona que conozco que lloriquea por comer vegetales en vez de una sopa instantánea. —

— Bueno, eso quizá porque no soy una persona. — Le recordé con gracia. — Y en el Edén era lo que más comíamos, estaba acostumbrado a eso. —

— ¿No comían carne o cosas así? — Cuestionó.

— Realmente, nosotros ni siquiera necesitamos comer. — Expliqué con calma. — Solo lo hacíamos por el placer de comer y lo delicioso de los sabores y solo comíamos carne en ocasiones especiales. Como el cumpleaños de Jeshua*, por ejemplo. —

— Ya veo... — Murmuró. — ¿Sabes algo? Eres bastante amable cuando no estas de egocéntrico o en plan niño mimado. — 

No pude evitar sentir cierta culpa ante su comentario, pues ahora que mi mente estaba más clara, me daba cuenta de que había sido un cretino.

Mis problemas no debían ser la carga de otros, no importa lo graves o frustrantes que sean para mí. Desquitarse de esa forma con personas inocentes es algo aberrante.

— Lo lamento...por haberme comportado así. — Me disculpé.

Ella levantó su mirada de golpe, puesto que parecía bastante concentrada en su comida. Lucia sorprendida, incrédula ante las palabras que acababa de escuchar.

Y eso solo me hizo sentir aún más como un imbécil.

— ¿Acabas de disculparte? — Me pregunto, con los alrededores de su boca lleno de comida.

— Umm...si, supongo. — Rasqué mi nuca, un tanto nervioso.

— Un ángel disculpándose por ser un cretino...agrégalo a la lista de cosas que jamás pensé que me pasarían. — Se rió. — Pero acepto tus disculpas, no es excusa, pero supongo que lo que te pasó te tenía así, no puedo culparte del todo. —

Mi Hermoso PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora