~3~

91 10 12
                                    

Al final tuvimos que irnos de casa de Akuma, el "hechizo" de Luzbel solo duraría hasta la mañana, y no podíamos mantener a Maria dormida toda la vida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al final tuvimos que irnos de casa de Akuma, el "hechizo" de Luzbel solo duraría hasta la mañana, y no podíamos mantener a Maria dormida toda la vida.

Bueno, si podíamos, pero Akuma no quiso porque es un aguafiestas.

Y ahora mismo, Luzbel y yo íbamos en la moto que Akuma me había prestado.

¿Qué?

Es millonario, puede comprarse cuarenta motos si él quiere. Además, no es como que me la vaya a robar, mañana él vendrá por ella, pero por el momento necesitábamos una manera de mover a Luzbel.

Lo admito, comenzaba a creer que era un ángel caído o algo así. Casi me convence.

Casi.

De acuerdo, es verdad que lanzó una bola de luz extraña a la cara de Maria, pero uno nunca sabe, pueden ser drogas que traía guardadas o algo así. Necesito una doble confirmación.

Después de un par de minutos, llegamos a mi edificio y ayude a Luzbel a bajar, aunque era más alto que yo, estaba sumamente delgado y probablemente pesa muchísimo menos que yo. Es muy liviano.

— Mi cuerpo se adaptó para ayudarme a sobrevivir, si estuviera en mi forma normal no podrías moverme. — Dijo de pronto.

Fruncí el ceño.

¿Cómo...

— ¿Cómo supe lo que ibas a decir? Porque leo mentes, porque soy un ángel. — Resopló.

Bueno, está bien, ya le creo.

— En mi apartamento hay una bañera, y para tu suerte - y mi desgracia - solo sale agua fría, así que no habrá problema. — Me encogí de hombros mientras subía por las escaleras, ya que el jodido ascensor se descompuso de nuevo.

Yo, a diferencia de Akuma, no había tenido tanta suerte en el orfanato, jamás me adoptaron, así que en cuanto cumplí los 18 salí de ahí.

Vivía en un apartamento pequeño y muy jodido. Solo tenia lo básico, un baño, una cocina, una pequeña sala y una habitación.

Es todo.

— Bienvenido a tu palacio. — Hablé con sarcasmo cuando entramos.

Luzbel miró alrededor, pero no parecía juzgarlo, algo bastante curioso, pues se quejaba de todo y nada le parecía.

Se supone que los ángeles son seres perfectos, ¿por qué él es tan egocéntrico y quejumbroso?

— No soy egocéntrico. — Se defendió, mientras fruncía el ceño. — Simplemente soy perfecto y estoy consiente de eso. —

Rodé los ojos y solté un suspiro de resignación. Es imposible hacerlo entender, es como un niño.

Uno mimado y odioso.

Caminamos hasta el baño y abrí la bañera, dejando que se llenase. Estaba helada, y eso me consta, era cómo bañarse con hielos.

Él me soltó y lentamente se metió a la bañera, yo me senté en el suelo, observándolo.

Mi Hermoso PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora