Al final tuvimos que irnos de casa de Akuma, el "hechizo" de Luzbel solo duraría hasta la mañana, y no podíamos mantener a Maria dormida toda la vida.
Bueno, si podíamos, pero Akuma no quiso porque es un aguafiestas.
Y ahora mismo, Luzbel y yo íbamos en la moto que Akuma me había prestado.
¿Qué?
Es millonario, puede comprarse cuarenta motos si él quiere. Además, no es como que me la vaya a robar, mañana él vendrá por ella, pero por el momento necesitábamos una manera de mover a Luzbel.
Lo admito, comenzaba a creer que era un ángel caído o algo así. Casi me convence.
Casi.
De acuerdo, es verdad que lanzó una bola de luz extraña a la cara de Maria, pero uno nunca sabe, pueden ser drogas que traía guardadas o algo así. Necesito una doble confirmación.
Después de un par de minutos, llegamos a mi edificio y ayude a Luzbel a bajar, aunque era más alto que yo, estaba sumamente delgado y probablemente pesa muchísimo menos que yo. Es muy liviano.
— Mi cuerpo se adaptó para ayudarme a sobrevivir, si estuviera en mi forma normal no podrías moverme. — Dijo de pronto.
Fruncí el ceño.
¿Cómo...
— ¿Cómo supe lo que ibas a decir? Porque leo mentes, porque soy un ángel. — Resopló.
Bueno, está bien, ya le creo.
— En mi apartamento hay una bañera, y para tu suerte - y mi desgracia - solo sale agua fría, así que no habrá problema. — Me encogí de hombros mientras subía por las escaleras, ya que el jodido ascensor se descompuso de nuevo.
Yo, a diferencia de Akuma, no había tenido tanta suerte en el orfanato, jamás me adoptaron, así que en cuanto cumplí los 18 salí de ahí.
Vivía en un apartamento pequeño y muy jodido. Solo tenia lo básico, un baño, una cocina, una pequeña sala y una habitación.
Es todo.
— Bienvenido a tu palacio. — Hablé con sarcasmo cuando entramos.
Luzbel miró alrededor, pero no parecía juzgarlo, algo bastante curioso, pues se quejaba de todo y nada le parecía.
Se supone que los ángeles son seres perfectos, ¿por qué él es tan egocéntrico y quejumbroso?
— No soy egocéntrico. — Se defendió, mientras fruncía el ceño. — Simplemente soy perfecto y estoy consiente de eso. —
Rodé los ojos y solté un suspiro de resignación. Es imposible hacerlo entender, es como un niño.
Uno mimado y odioso.
Caminamos hasta el baño y abrí la bañera, dejando que se llenase. Estaba helada, y eso me consta, era cómo bañarse con hielos.
Él me soltó y lentamente se metió a la bañera, yo me senté en el suelo, observándolo.
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Mi Hermoso Pecado
RomanceMiraba el enorme barranco frente a mi. El barranco que va directo al mundo mortal. - Luzbel. - Me llamó Gabriel. Lo mire por encima de mi hombro, sabía lo que debía hacer. Todos sabían. Saque mis alas y las extendí, pero no moví ni un solo músculo...