~6~

50 8 0
                                    

¿Dónde estaba ahora?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿Dónde estaba ahora?

Fácil.

En el baño, lamentando mi existencia y con una erección que no se baja con nada, ya intenté con agua fría y ni eso funciona.

Solté un suspiro exasperado, mientras pasaba una mano por mi cabello y jalaba este con frustración. Estaba comenzando a desesperarme y esto no era nada bueno.

Necesito calmarme. Ahora.

Me senté en la tasa del baño y apoyé mi cabeza sobre mis manos, mientras mi cabeza iba al mil por hora tratando de encontrar una solución para mí...problema.

No podía evitar sentirme molesto, frustrado e incluso decepcionado conmigo mismo. Tanto luche contra mis pecados como para tener una recaída a estas alturas. Debería ser más fuerte que esto y no caer ante la primera tentación que se me ponga enfrente.

Pero vaya tentación tan hermosa...

<<Para, Luzbel, déjate de estupideces y concéntrate.>>

Pero es que es imposible cuando estoy...así.

— Luzbel... ¿Estas bien? — La voz de Lilith me distrajo de mis pensamientos y de mis ganas de auto estrellarme contra la pared.

La verdad...no, Lilith, no estoy bien. Tengo una erección que no puedo bajar y no puedo controlarme como para pensar en una solución. Así que solo atiné a morder mi labio y tomar una bocanada de aire. Y con suerte algo de autocontrol.

— Ehh... ¡Si! Enseguida salgo, Lilith. — Mentí.

Pero vamos, está más que justificado, estoy en una situación embarazosamente comprometedora. Aun así, no puedo quedarme aquí todo el día.

¿O sí?

No, definitivamente no. Se supone que hoy iría con Lilith a buscar trabajo y ver que podía hacer para ganar dinero... ¿pero cómo se supone que lo haga después de lo que sucedió esta mañana?

Mordisqueé mi labio, nervioso y me puse de pie para salir de la habitación, aunque dudé a medio camino, al final lo hice.

— ¿Pudiste...umm...solucionar tu problema? — Eso fue lo primero que preguntó Lilith al verme salir del baño.

— No... — Respondí, bajando la mirada, como un niño avergonzado.

Y es que realmente lo estaba, el no poder controlarme, el perderme a mí mismo de esta manera era algo simplemente inaceptable e incluso denigrante.

— Lo siento, por lo que pasó hace rato, Lilith. — Me disculpe. — No quería incomodarte, mucho menos quiero que pienses que soy un morboso pervertido, no tengo excusa, ni siquiera debería tener perdón, yo...solo...no sé que fue lo que me pasó, me había controlado muy bien desde hace más de 10 mil años. —

Mi Hermoso PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora