Episodio 10: Confianza.

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Alana abrió la boca y la cerró, repitió varias veces esa acción sin entender del todo qué clase de lugar era este. Derek observaba divertido la reacción de su mujer y sonrió.

—¿Qué no sabes nada del sexo? —le preguntó entre risas.

Ella lo miró y juntó sus cejas, fue lo más tierno que había visto Derek. Tomó su mano y la abrazó.

—Hay algo en el sexo que se llama bodange, dominación, sumisión y masoquismo... B.D.S.M —le explicó el chico.

—¿Y tú quieres que yo te domine? —preguntó Alana son una sonrisa en la cara.

Derek ladeó un poco la cabeza y disfrutó la cara que puso la mujer.

—Ya quisieras, pero no. Yo te ataré a la cama y gozaré tu cuerpo —declaró él.

—Yo quiero dominar —afirmó Alana cruzándose de brazos.

—Ya dominas mi corazón —rebatió Derek—. Vamos pequeña, que comience el juego.

Alana lo miró y alzó una ceja.

—Yo no soy pequeña, de hecho, soy la adulta aquí —le retó la mujer. Sin embargo, la intriga la estaba matando, eso de ser dominada le estaba comiendo en su interior.

—Soy el más alto.

—¿Qué pasa si no me gusta? —indagó la dama.

—Paro todo y te follo como un animal salvaje —dijo Derek.

Alana no necesitó más motivación, deslizó el vestido por sus hombros, este rodó por la piel de la mujer y cayó a sus pies. El muchacho se acercó a ella y la tomó en sus brazos.

La depositó en la cama con delicadeza. Tomó un antifaz de la mesa de noche y se lo colocó a su dama sobre los ojos.

—Te ataré las manos y los pies. ¿Estás de acuerdo? —preguntó el chico.

—Eso creo —respondió la mujer en la cama.

—Solo puedes responder si o no —le ordenó el joven. Agarró la barra separadora de tobillos y repitió—. ¿Estás de acuerdo?

—Sí —contestó Alana con la respiración agitada.

El hombre tomó uno de los tobillos de la mujer, le amarró la correa de la barra y pasó al otro tobillo.

Alana no podía ver nada, sin embargo, no le pareció algo raro que le ataran los pies, no obstante pegó un grito cuando Derek separó sus piernas de tal forma que hasta podía decir a que temperatura estaba la habitación.

—¿Estás bien? —preguntó el chico de inmediato.

—Sí, solo fue la impresión —contestó Alana, luego recordó lo que le dijo Derek y añadió—. Perdón se me olvidó la regla. Sí

El joven sonrió, se puso en la cabecera de la cama y ató las manos de la dama. Agarró el aceite de lavanda y comenzó a frotarlo por todo el cuerpo de la fémina.

Alana suspiró cuando sintió las fuertes manos de Derek acariciar su piel, era una sensación diferente, pues no eran toques sutiles, al contrario, estaban cargados de rudeza.

Derek admiró el cuerpo de la mujer en su cama. Ella era extraordinaria, su piel era suave y sus pechos daban un toque más sensual a tan divina perfección.

Caminó hasta el armario de madera con puertas de cristal y tomó su herramienta favorita. Tomó el fuete de cuero y probó su flexibilidad. Se acercó de nuevo a la cama. Mantuvo la distancia del tentador cuerpo de Alana, posó la punta de cuero del fuete sobre una pierna de la dama y esta pegó un brinco.

Amarte; es mi PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora