¿La vida? La vida es una mierda, pero eso ya todos lo sabemos, y solo tú, puedes cambiar el curso de todo. Porque, tu eres el único que puede cambiar tu vida.
Nos sentamos a comer tranquilamente, todo transcurría normal, como si siempre hubiera pasado de esa forma. Aunque claramente no era así, solo quería creer que si, que siempre había sido feliz, que mis padres estaban trabajando en un viaje o algo así y que volverían pronto. Pero siempre había una parte de mi, recordándome que eso no era cierto, que afrontara la realidad, y para mí desgracia, así tenía que ser todo.
Y... Debía dejar alguna vez de pensar en el pasado, dejar de pensar en que hubiera pasado si las cosas hubieran transcurrido de otra manera, dejar de pensar que todo lo sucedido era mi culpa. Lo único que debía hacer era plantar los pies en el presente, agradecer que estaba viva y seguir adelante. Aunque... Yo no quería nada de eso.
Removí la comida, el apetito se me había quitado de repente, mi mente siempre solía hacer ese tipo de cosas. Y tal vez Cassie se dió cuenta de mi cambio repentino, porque me miró fijamente, no me juzgaba, solo me analizaba. Yo no la estaba mirando, pero sentía su mirada puesta en mi, de repente recordé porque ella me había llamado a la puerta minutos atrás, y decidí preguntar para apartar los pensamientos de mi mente y distraerme.
—¿Y...?— me aclaré la garganta antes de seguir y reformule mi pregunta —¿Que me ibas a preguntar?
Cassie dejó de comer un momento y me miró, insegura. Tardo unos minutos en contestar y luego me miró de nuevo.
—Eh... Bueno... — se pasó las manos por la cara, pensando — Voy a ir de compras, para llenar la despensa, quería saber... ¿Quieres ir conmigo?
Me lo pensé un momento, o al menos eso creí, tal vez pasaron unos eternos minutos. ¿Salir? ¿De la casa? No, definitivamente no. No podía ver a nadie, ni tampoco que me vieran a mi. Aunque... Me haría bien, no sabía qué decirle.
—Mira, yo sé que no quieres salir por todo lo que sucedió y ajá — empezó — Pero míralo de esta manera, salir te hará bien, tomar aire fresco, caminar que no sea de aquí a tu habitación y así. Además, mientras yo voy al supermercado tu podrías ir a la biblioteca, por allá no transcurre mucha gente si eso es lo que te preocupa.
Yo me quedé en silencio, observándola.
—Y así tal vez podrías pedir otro libro— culminó.
Eso sí que llamo mi atención un poco, pero no por que podía buscar otro libro, si no, porque podía averiguar quién era el autor del que aún estaba leyendo. Así podría decirle algún día que su libro era maravilloso, que expresaba exactamente todo lo que sentía. Volví a la realidad y mire a Cassie unos segundos, pensando bien mi respuesta.
—Esta bien — me escuché más nerviosa de lo que pensaba, pero Cassie no le prestó atención a ese detallé, más bien parecía sorprendida — ¿Que?
Salió de su trance y parpadeó varias veces para luego mirarme de nuevo.
—Bueno, debo admitir que pensé que te ibas a negar— respondió, aún sorprendida.
Y si, pensaba negarme. Pero una parte de mi quería salir de casa otra vez, el encierro ya estaba empezando a afectarme más de lo debido.
—Y me iba a negar— me escuché diciendo — Pero... Me llamó la atención ir a la biblioteca, así que cambie de opinión.
Cassie asintió satisfecha, terminamos de comer y yo subí a mi habitación.
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Ya me había dado una ducha y me había vestido con unos jeans y una sudadera negra con capucha, no quería que nadie me reconociera.
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¿Quién soy?
RandomAdvertencia: está historia puede contener parejas homosexuales, abstenerse de leer si este tipo de contenido te disgusta. Joana, una chica cuya vida podrías decir es magnífica. Y tal vez si lo era. Lamentablemente el felices para siempre no existe...