06. La voz

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La chica a quien Namjoon contrató para cuidar de la casa y que esta estuviera en perfectas condiciones, había hecho las compras y nada más abrir el refrigerador, mucha comida le dio la bienvenida. V no sabía cocinar, nada más que lo básico. Pero ahora ya no estaba su madre ahí para prepararle ricos platillos y llevárselos donde estuviera, aunque frecuentemente V le decía que no tenía apetito. Solía decir que el cuerpo era transporte. Pero ahora tenía que valerse por sí mismo.

Decidió hacer zumo de naranja, unos panqueques y, al final, miel sobre estos. Era algo sencillo y apetecible. Sirvió para Jimin y para él, una cantidad mayor para el pequeño. V quería que aumentara algo de peso, a su parecer se encontraba muy delgado.

Comió en silencio, esperando a Jimin. En su Palacio Mental él se levantaba envuelto en las sabanas de la noche anterior, una sonrisa en su rostro y una felicidad indescriptible en sus facciones. El rubio saludaba con un beso en los labios a V y le decía cuánto lo amaba. Pero eso no sucedió. De hecho, lo que verdaderamente pasó fue que V, perdido en ilusiones, olvidó que tenía atado a Jimin aun, que lo había secuestrado y violado el día anterior, todo respectivamente. V quería protegerlo, pero era tan difícil cuando su persona era quien le hacía daño.

Y él no se daba cuenta.

V siguió esperando, comiendo lento y respirando por la nariz con normalidad. La gente podría pensar que solo era un chico de veinticinco años que filosofaba, pero en realidad, tan solo esperaba que sucediera como en sus ilusiones, en sus sueños. Es que, ¿A caso era mucho pedir que Jimin lo amara de vuelta? ¿A caso era difícil pedir que él, tan si quiera, fingiera que lo amaba tanto como su persona? V estaba decepcionado, de alguna manera. El desayuno se convirtió en cena, él se paró a preparar ésta dentro de su anhelo desinhibido porque guardaba esperanza. A veces la esperanza se quedaba en eso, solo esperanza, y no prospera como algo mayor. Como una realidad.

Cuando acabó su sándwich, uno que actuaba como la segunda comida del día, V notó que hacía mucho no comía tanto de golpe. Pero como esa reflexión sucedió dentro de su amargura, él dio con su puño fuertemente en la mesa del comedor, derrumbando las dos comidas de Jimin que yacían intactas. Subió las escaleras queriendo golpear todo, golpear al rubio, pero cuando abrió la puerta y lo vio en un rincón llorando, sollozando y en posición fetal, abrazando sus rodillas y totalmente sudado... algo en su interior hizo que su pesadez disminuyera. Quería acurrucar a su niño, alejarlo de todo mal..., V, de nuevo, se encontró queriendo protegerle. Y, de nuevo, ignoró que él era su principal demonio.

Jimin no tenía la venda en sus ojos, así que abrió mucho estos cuando lo vio pasar por el umbral. Una sonrisa se mostró en el rostro de V, ajustando su camisa disimuladamente, porque él, en realidad, quería lucir guapo y encantador. Nunca ninguna chica le había rechazado, ellas acostumbraban a seguirlo como sombras, y él a ignorarlas porque tenía su homosexualidad aceptada. Nadie estaba enterado, excepto tal vez por Namjoon, quien sabía todo de su dongsaeng. Por lo anterior, fue como un vaso de agua fría contra su cuerpo tibio que Jimin llorara más duro con relación a su presencia. Quizá resultaba iluso al oído, pero V de verdad creía que se lanzaría a sus brazos.

V quería ser su salvador, el de Park Jimin.
—¿Quién e-eres? —preguntó el rubio con voz trémula, temblando en el piso. Su cuerpo sin ningún tipo de vestimenta encima. Y es que V había quemado su ropa en la chimenea de la mansión, él necesitaba ver su desnudez todo el tiempo.

V sonrió más y el niño tembló, con miedo—. V. Ya sabes, el nombre que gritarás antes de morir.

V había utilizado una voz dulce, una que nunca había salido de sus labios, pero tampoco la excitación repentina que lo atacó era una costumbre.

Psicosis | VMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora