19. La razón

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Namjoon era un hombre importante que estaba acostumbrado a la prensa encima de él. Incluso si las cosas estaban bien, siempre había periodistas a los que atender. Aunque era parte esencial en su trabajo –mantener un par de bocas calladas y a una multitud pasiva- odiaba alimentar a la prensa, estar en la boca de las personas, pero pertenecer al mundo de la política era sinónimo a no tener vida privada.

Así que, mirando a su novio, Namjoon se preguntó si las cosas terminarían bien entre ellos una vez que los medios sociales lograran sembrarle la semilla de la duda, o cuando su vida en general le resultara demasiado agotadora aun si él mismo no era quien la vivía. Jungkook era un buen hombre y Namjoon había caído por ese hecho y muchos más, pero el constante ajetreo que le envolvía hacia las cosas complicadas, inaguantables.

Nunca había sido de relaciones serias, pero no solamente porque no estuviera interesado en algo más que fortuitos encuentros carnales, sino porque nadie era capaz de convivir con un hombre de hielo, con una persona que difícilmente demostraba sus sentimientos, con alguien que era capaz de sobornar –matar- para lograr su cometido. Jungkook, que era perfectamente lo opuesto a él, todavía no había logrado ver a través de su perfecto traje de dos piezas, pero Namjoon ya estaba preparado mentalmente para el "después". O eso decía.

Aquella mañana, mientras estaba hablando con su secretaria por teléfono para terminar de aclarar algunos puntos de un contrato que lo tenía con dolores de cabeza, bebía un café negro que humeaba y que de vez en cuando le quemaba la lengua.

En su ventanal podía apreciar el cielo gris londinense que tanto había odiado y que le obligaba a llevar un paraguas adonde sea que se dirigiera, pero que últimamente significaba mucho para él, dado que bajo aquel melancólico firmamento había vivido momentos significativos con su Detective Inspector, con su Jungkook.

Le había conocido en una rueda de prensa que había terminado terrible por el mal tiempo; Namjoon aun recordaba cómo había salido enfurruñado del lugar, y cómo Jungkook le había seguido solo para entregarle el inseparable paraguas cuya pérdida había conseguido ponerlo de mal humor.

Estaba tan ensimismado en los recuerdos, que ya no estaba escuchando a su secretaria, quien no paraba de parlotear. Se masajeó las sienes después de colgar pues no se sentía capaz de mantenerse hablando cosas importantes. Sin embargo, no quería dedicarle un nuevo pensamiento a la situación que lo tenía sin estar bien. No pudo, porque su teléfono vibró en su escritorio.

"Jungkook", decía en la pantalla. Namjon suspiró hondo.

Desde que su hermano había resultado envuelto en el asesinato de Park Jimin, su relación con Jungkook no era la misma. En parte, las cosas no habían cambiado mucho, tenían sexo, aunque desde entonces Jungkook era un poco más rudo y, luego de acabar, no le decía todas aquellas palabras que le hacían sonrojar, sino que se paraba inmediatamente hasta encerrarse algunos minutos en el baño. Salían a citas, dormían juntos y hacían vida de pareja, justo como antes, pero no con la misma necesidad que profesaba Jungkook.

Namjoon se tenía prohibido darle muchas vueltas al asunto, pero desde que las cosas habían cambiado casi imperceptiblemente para el exterior, pero indiscutiblemente para sí mismo, Namjoon se sentía vulnerable y a punto de explotar.

Los secretos que se le atoraban en la garganta le hacían doler el pecho, y con el suicidio de su hermano después de que este mismo hubiera arruinado la vida de un pobre adolescente, había sucedido una implosión que lo había arruinado todo para él. Estaba devastado, con la culpa carcomiendo su alma, pero manteniéndose como el hombre de hielo que siempre había sido.

Deslizó el dedo en la pantalla táctil, la respiración agitada de Jungkook le respondió. Namjoon frunció el ceño.

—¿Por qué?

Suspiró entendiéndolo todo.

—Déjame explicártelo. —murmuró con voz débil. Poniéndose de pie, se sostuvo en el filo del escritorio. Ya sabía que V había hablado, solo estaba esperando ese intercambio de palabras, pero quería presenciar la plenitud de la reacción de Jungkook con el hombre enfrente.

—No quiero hacerlo público. Ven aquí.

Colgó. Namjoon sintió que su corazón se paralizó. La culpa brotando por sus venas, las imágenes corriendo por su cabeza como si se tratara de un vídeo. Sin embargo, no era culpa, de alguna manera estaba orgulloso de lo que había logrado con V, con su pequeño hermano.

Convertir a Taehyung en V. Acelerar su esquizofrenia, ser la razón de su psicosis.

No, no se sentía culpable, ahora lo notaba. En minutos sería descubierto, sería revelado al mundo, pero con una sonrisa en el rostro. Lo que había hecho había sido arte – era algo que lo mantendría suspendido en la historia, como una leyenda. Se convertiría en una figura icónica.

Mientras que caminaba hacia su auto, dispuesto a dirigirse hacia la estación de policía, pensó una y otra vez en cómo había arruinado la vida de V. Lo había empujado a la locura, había jugado con su mente, había creado un monstruo. Pero había estado ahí para él, tapando sus errores y creando una estabilidad artificial que le permitía a V no someterse completamente a la enfermiza mentalidad dual que le estaba carcomiendo por dentro.

Había estado jugando mucho tiempo a ser científico, experimentando en el cuerpo de su hermano y dándose cuenta de que él resultaría tan maleable a corto y largo plazo, una persona cercana con la que podía probar cosas oscuras. Estaba intentando descubrir lo peor del ser humano, tratando de que una persona totalmente sana pudiera descubrir y entablar relación con su Yo Perverso. Estaba acelerando la esquizofrenia en V y, estaba seguro, aceptaría todos y cada uno de los problemas que acarreaba ser un alma curiosa.

Solamente esperaba que Jungkook lo siguiera amando tanto como él aun lo hacía.

Psicosis | VMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora