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¿Realmente existe un sexto instinto?, ¿Uno que te dice cuando algo malo va a suceder, o cuando algo está apunto de dar un cambio tan importante que es imposible saber si fue para bien o para mal?, ¿O a ese sentimiento solo se puede llamar ansiedad?
Esos eran los pensamientos de Jiro mientras daba la forma tan característica al onigiri que tenía en sus manos y al mismo tiempo miraba de reojo a sus amigos. Su atención está más que nada puesta en aquella chica de cabellos rosados, la que hacía que su corazón latiera más rápido con tan solo escuchar su nombre de sus labios o cuando invadía su espacio personal para darle un abrazo o agarrarla del brazo como normalmente hacía cuando quería llevarla a algún lugar, y también la chica que consideraba tan imposible que aceptara sus sentimientos que nunca imaginó ni una sola situación con ella siendo más que amigas
–¡Vamos! No puede ser que tardes tanto con unos estupidos onigiris.
Gritó su amigo Bakugo mientras la miraba fijamente con una expresión de enojo y desaprobación, mientras de alguna manera que Jiro creía imposible ponía el relleno de atún y queso a uno de los últimos onigiris.
Ese día el Bakusquad decidió pasar la noche juntos, al parecer Sero y Kaminari habían tenido una nueva idea, aún no les habían contado mucho a Bakugo y Jiro, ambos estaban ocupados cocinando todos los aperitivos que comerían, los cuales eran muchos porque ese día habían entrenando hasta tarde. Pero Kyoka después de hacer lo que le habían pedido, y lo poco que veía de reojo en ese momento, ya tenía una buena idea.
“–¡Jiro! Escribe cinco retos en diferentes papeles y déjalos doblados en dos.”
Esa fue la explicación que le dio su amigo Sero. Y al ver que estaban mezclando todos los retos en una caja pudo imaginar que harían que cada uno sacará un papel, solo esperaba que le tocará un reto que ella había elegido, porque todos los que escribió los hizo de forma que pudiera hacerlos sin tener que esforzarse mucho…
Eso esperaba, pero al parecer esa noche la suerte no estaría muy de su lado.
–¡Hago lo que puedo!
Fue lo que le dijo antes de empezar una pequeña pelea en donde ninguno de los dos quería aceptar que el otro tenía razón, ambos eran muy terco para hacer eso. De alguna manera ambos pudieron terminar de preparar la comida, y mientras lo hacían sus demás compañeros empezaron a reír, y con eso Jiro se distrajo unos segundos con la dulce risa de su amiga y dueña de su corazón, Mina.
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