Capítulo 7 Comienza el juego

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―Buenas noches, caballeros.

Saludo a algunos de mis colegas y a otros pocos dominantes que al igual que yo, han llegado mucho antes del comienzo de la reunión. En mi caso, al menos lo he hecho, porque necesito conseguir antes la maldita máscara que exigen para esta noche y seguir el estúpido jueguito de... adivina quién soy.

No entiendo cómo, se les ha ocurrido una idea tan absurda. Tal vez a muchos les parecerá algo divertido, pero en lo que a mí respecta, me da la sensación de que he llegado a una Convención Internacional de Cómics.

Me movilizo en dirección a la oficina de Kiriam, al tiempo que voy pensando en lo que esta noche me espera. Solo que mientras lo hago, intento recordar el nombre de la sumisa de Antoine, pero desafortunadamente no lo recuerdo... ¿ahora cómo coño haré para identificarla? Otro asunto de debo resolver de inmediato.

Toco la puerta antes de entrar.

―¿En serio, Kiriam?

Me conoce bien y sabe a lo que me estoy refiriendo.

―Sabía, que en algún momento ibas a protestar, Esteban ―me dice con expresión relajada y risueña―, solo tómatelo con calma y disfrútalo... celebra en grande tu regreso.

Blanqueo los ojos... ¿en serio? Algunas veces dudo de la condición de Dominante de alguno de mis colegas... comenzando por él.

―Conozco muy bien tus excentricidades, Kiriam ―abro comilla con mis dedos― y como ya conoces mi opinión, esta vez no diré nada al respecto.

Ríe a carcajadas, mientras me ubico en uno de los sillones de su oficina.

―Aquí tengo lo que me pediste, Esteban ―abre la gaveta y saca una pequeña caja que supongo debe contener el antifaz―, pedí un diseño especial para ti, sé lo exigente que eres cuando entras en tu rol, así que encargué solo lo mejor para esta ocasión en especial.

Así es, tomo mi rol muy en serio, porque este estilo de vida no solo es parte de mí... es mi vida.

Estiro mi brazo y la acerco a mí, arrastrándola sobre la superficie de su escritorio. La abro y saco la pieza de tela negra, que he de decir, es de un diseño muy sofisticado y masculino. Luego, la extiendo sobre la mesa.

―Vaya, al menos debo decir, que no terminaré pareciéndome al chico maravilla. Agradezco al cielo que no hayas exigido también el uso de mayas.

Me levanto de la silla y me dirijo hasta su baño particular, mientras lo escucho destornillarse de la risa. Me ubico frente al espejo y me coloco la máscara... no estoy de acuerdo de ninguna manera con esta mierda, pero al menos no se ve tan mal.

Me la quito y salgo del baño, aún falta algo de tiempo antes de que la reunión comience.

―Tengo un pequeño problema por resolver, Kiriam, y espero que puedas ayudarme a solucionarlo.

Me vuelvo a sentar en el sillón, a la vez que espero me responda.

―Solo dime lo que necesitas y espero poder ayudarte con ello.

―¿Conoces a la sumisa de, Antoine?

―Sí, por supuesto.

Mientras venía en el auto, encontré guardado en uno de los compartimientos de la limusina, un brazalete que una vez compré para Kimmy y nunca llegué a darle, así que lo usaré esta noche para diferenciar a la sumisa de Antoine. Meto la mano en el bolsillo de mi chaqueta para sacarlo de allí y lo dejo sobre el escritorio.

―Necesito que le coloquen esto a la chica en cuanto llegue.

Toma la pulsera y la observa por largo rato, mientras me analiza con intriga. Sin embargo no hace ninguna pregunta al respecto. Levanta su móvil de la mesa y se comunica con uno de sus empleados para que venga por la pulsera.

Su sumisa por equivocaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora