Capítulo 9 La impostora

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Estaba impaciente, apenas la vi parada en medio de la habitación un mundo de posibilidades se abrió dentro de mi cabeza. La imaginé rendida ante mí, dispuesta y necesitada por servirme. Sabía que no me pertenecía, pero me prometí que cada segundo con ella haría que valiera la pena.

La observe durante algunos minutos antes de salir del cuarto oculto, estudiando cada una de sus reacciones. Estaba nerviosa, algo extraño para una sumisa que ha sido preparada suficientemente para cumplir con su rol y para satisfacer los deseos de su Amo. Sin embargo, todo en ella despertaba mis más oscuros y perversos deseos y estaba ansioso por someterla a mi voluntad.

Cuando salí a su encuentro noté su temor y eso despertó en mí grandes dudas al respecto. Sin embargo, decidí continuar, porque cualquier señal en ella me aclararía cualquier incertidumbre que tuviera.

Su rebeldía despertó en mí gran interés y aunque de entrada me ofuscó el hecho de que no lograba obedecer reglas básicas y sencillas, estaba dispuesto a continuar, porque sería una deliciosa y estimulante experiencia domarla a mi antojo y someterla bajo mi mando.

Estaba encendido, cada cosa en ella me hacía hervir la sangre y despertaba mis instintos más sádicos y perversos. Quería probar su piel, dejar marcas en ella y pintarla del color más rojo y hermoso que pudiera lograr. Me sentía como Picasso y ella sería mi obra de arte más significativa e importante.

Disfruté humillándola y provocando cada una de sus reacciones. Sabía que tecla tocar para sacar de ella esa esencia escondida que se mantuvo oculta durante los primeros minutos de sesión. Me enfocaba en expandir algunos de sus límites o confrontar algunos de sus miedos. Sin embargo, algo me decía que a pesar de todo lo que Antoine me había contado, cada una de las actitudes vistas en ella contradecía todo lo que él había enumerado como las grandes virtudes y fortalezas de su sumisa en posesión. Estaba pasando algo raro, razón por la cual decidí continuar... quería llegar al fondo del asunto y descubrir lo que estaba sucediendo.

Al fin logré empujar al límite su rebeldía y conseguí sacar esa esencia natural que tanto quería descubrir de ella. Pude someterla y a pesar de que al principio se resistió, dejo de luchar con ella misma para entregarse a su entera voluntad.... a su Amo y Señor de esta noche.

―Eres mi perrita, apenas te toco y casi te corres ―tuve que alejarme de ella y aunque mi mayor virtud era mi control, con ella sentía que estaba a punto de perderlo―. Siéntate al borde de la cama, con las piernas bien abiertas y mastúrbate para mí.

Quería ver hasta dónde podía llegar. Me encontraba en trance, metido como nunca antes en mi personaje, deseoso, lleno de necesidad, ansias y posibilidades. Todo lo que había a mi alrededor había desaparecido por completo y ahora solo existíamos ella y yo.

Me situé a pocos metros de ella, aun con el paddle en la mano y el cual sostenía con más fuerzas de la necesaria. Todo lo que acababa de suceder había despertado la locura dentro de mí. Estaba extasiado y más que nunca emocionado, por el nivel de concentración y entusiasmo que había alcanzado gracias a ella.

La observe atento mientras se ubicaba al borde de la cama y libre de prejuicios y temores me lo dio todo. Me relamí los labios una y otra vez cuando extendió sus piernas y me mostró su lugar sagrado, ese que pronto adoraría con absoluto placer.

Hundió su mano en lo más profundo de su intimidad y con exquisito placer me dio la mejor muestra de sumisión que podía haber esperado de ella. Era exquisita, todo cuanto un Amo pudiera desear de un ser especial, aun con todas sus debilidades y fallas. Daría lo que fuera porque fuera mía para domarla, adorarla y cuidarla cada día de mi puta vida.

Su sumisa por equivocaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora