VI

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Termino de asearme nuevamente, me empiezo a cambiar con rapidez, Corina detesta la tardanza, por ello siempre tengo que llegar puntual

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Termino de asearme nuevamente, me empiezo a cambiar con rapidez, Corina detesta la tardanza, por ello siempre tengo que llegar puntual. Cuando salgo de la habitación, la sala se encuentra vacía, al parecer Aline ya se marchó, mejor así, no estoy con ánimos de soportarla. Solo follamos y ya, y no es que sea un cabrón con ella, ya que ambos estuvimos de acuerdo con esta relación, no le mentí, ni le pinté pajaritos en el aire, para meterme entre sus piernas, ella quiso follar conmigo y yo con ella, no hay más.

Tomo las llaves de mi camioneta, para empezar a caminar hacia la salida. En el camino me pongo a pensar en lo que me dijo Aline, acerca de trabajar para Rómulo, sinceramente no estoy del todo seguro, pero tampoco tengo nada que perder, y puedo ganar mucho, muy aparte de lo económico, lo que me interesa es adquirir información de Rómulo Vega.

A lo lejos veo el edificio en donde viven mi hermano y su familia, lo cual hace que salga de mis pensamientos. Estaciono la camioneta en el punto más cercano del edificio, al bajar me aseguro de que todo este cerrado y me encamino hacia el edificio.

Saludo a la persona encargada de la recepción y sigo mi camino, opto por subir por las escaleras, solo son dos pisos, no se necesita el elevador. Llego hasta la puerta, dos toques en ella y aparece Corina con la pequeña Luhana en brazos. La pequeña rubia tiene un chupón en la boca, pero de igual manera balbucea señalándome.

—Hola, Jules. —saluda con una gran sonrisa mi cuñada. Me acerco y le doy un beso en la mejilla.

— ¿Cómo estas, Corina? ¿Cómo esta la pequeña rubia, que tenemos aquí? —estiro mis brazos para tomar a Lu.

—Bien, te estábamos esperando para comer. —responde mientras nos adentramos en su casa.

Al llegar al comedor, veo a mi hermano Dylan, poniendo los platos sobre la mesa.

—Hola, Jules.

—Hermano. —cuando tiene las manos vacías, se acerca a abrazarme. Nos fundimos en un gran abrazo antes de sentarnos a comer.

Dylan, Corina y yo nos encontramos degustando un delicioso guiso de mariscos con papas arrebozadas, uno de los mejores platillos del mundo. En su comedora, Lu se encarga de comer su papilla que tiene un color horrible.

— ¿Qué es esa comida color mierda? —cuestiono, ganándome un golpe en el brazo de parte de mi cuñada.

— ¡Jules!, no puedes decir esas palabras en frente de Luhana. —me reclama y solo suelto a reír. —Además es su papilla favorita ¿A que sí, pequeña? —cuestiona mirándola, cuando su mirada me enfoca me mira molesta.

—Vale lo siento, no vuelvo a decir mierda frente a tu hija. —me gano otro golpe debido a mi broma.

Continuamos comiendo en medio de una charla realmente amena, compartir con mi familia, es realmente bueno. Tratamos de reunirnos lo más seguido posible, ya que antes mi trabajo no me permitía verlos tan seguido. Ahora claramente las cosas han cambiado, me encuentro sin trabajo y tengo suficiente tiempo para poder reunirnos con ellos.

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