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Mierda

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Mierda

Cierro los ojos con fuerza antes de llevarme el vaso de wiski a los labios, termino el contenido de un solo trago, camino de un lado al otro dentro de mi oficina. Lo sucedido con Avha me tiene alterado, aunque debería de sentirme bien, el bastardo que tenia en el vientre no debía de seguir desarrollándose, yo no lo hubiera aceptado como un hijo mío, desconociendo quien era realmente su jodido padre.

Solo quería follar a mi mujer, sinceramente no era mi intención hacerla abortar con mis fuertes embestidas, estaba excitado, necesitaba desquitarme, quería follarla, extrañaba hundirme en ella, sintiendo como sus paredes vaginales se contraen alrededor de mi polla. Tenía planeado llevarla a alguna clínica para desaparecer el problema, solamente me adelante a los hechos.

¿Y si de verdad ella estaba esperando un hijo mío?

No, Rómulo eso no puede ser, casi siempre me protegía, y si no lo hacía yo, ella se encargaba de tomar la pastilla del día siguiente. Tal vez le hubiera creído todas sus palabras, si mis hombres de seguridad y los cuales trabajan desde hace años para mí, no me hubieran advertido de sus escapadas nocturnas mientras yo me encontraba en mis viajes. Avha, ¿Realmente me creía tan tonto, como para engañarme con un hijo que no era mío? Pensé que estos meses ya había logrado conocerme y aprender que a Rómulo Vega nadie le miente.

Además, que sale con la estupidez de querer divorciarse de mí, es algo tonto, ya que jamás dejaré que se alejé de mi lado, ella es mi mujer, la mujer que amo, de una u otra manera su comportamiento hacia mi no es el mejor, pero poco a poco me encargaré de corregirla. Al parecer un par de golpes e insultos no son suficientes para ella, mi padre siempre dice que si las mujeres no aprenden por las buenas pues tendrán que aprender por las malas. Me excita tener el poder y mantenerla bajo mi control, pudiendo disfrutarla como a mi me plazca.

Si mi esposa antes me odiaba por querer corregirla, ahora me aborrece, desde que llegamos por la tarde, lo único que ha hecho es encerrarse en la habitación de invitados, asumo que sigue molesta por lo sucedido.

Avha está haciendo una tormenta en un vaso de agua, no entiendo porque tanto afán de querer sufrir, pudiendo pasar página. Por el momento, le daré su tiempo, no tengo cabeza para estar soportando sus tonterías, tengo demasiados problemas en el trabajo para agregar un problema más.

Necesito relajarme un poco, estoy demasiado tenso y estresado. Tomo mi teléfono y marco el número de Eiza, indicándole que en veinte minutos estaré en su casa, necesito follar y ella sirve para eso. Tiene un buen cuerpo, no como el de Avha, pero casi, solo que no. No es igual, nadie se compara con mi diosa de cabello rubio.

Dejo el vaso sobre el escritorio, acomodo mi traje un poco para que no se note desalineado, tomo mi teléfono y llaves para caminar hacia la puerta de la oficina. El pasillo me topo con una de las empleadas de la casa.

—Señor... —dice bajando la mirada

— ¿Dónde está mi mujer? —cuestiono ignorando su saludo.

ILEGALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora