Las luces se encendieron. Alcé la mirada hacía la pared, tres agujeros la habían perforado.
Alejandro no dejaba de observarme, estaba atónito.
Me traté de levantar pero su presión en mi cintura no me dejaba.
Elevó una mano a mi rostro y lo acarició.
Estaba ido en sus pensamientos.—¡Alejandro! ¡Debemos levantarnos! —dije desesperada.
Parecía como si todo el bullicio que había a nuestro alrededor se había congelado.
Tomás llegó corriendo al lado de nosotros al igual que Marcos, me tomaron de los hombros y me impulsaron hacia arriba.Tenía la cabeza entumecida.
Tomás ayudó Alejandro a levantarse, pero sus ojos seguían en los míos.
Ellos nos hablaban, pero no podíamos escucharlos.
—¡Alessia! ¡¿Estás bien?! —la voz alarmada de Marcos me hizo volver a este mundo.
Asentí con el rostro.
—¡Maldición! ¿Qué fue eso? —dijo Tomás con los ojos tan expandidos que daba miedo.
Los gorilas de Alejandro se nos acercaron rodeandonos. Le hicieron señas a su jefe para que caminara hacía afuera del salón.
Las personas seguían asustadas.
Alejandro se giró en sus talones y me tomo de la muñeca arrastrándome con él.
Marcos y Tomás nos siguieron.
Llegamos a su oficina en un silencio tan aterrador. Los guardaespaldas nos dijeron que nos quedáramos allí hasta que la policía llegará. Ellos debían inspeccionar el lugar para ver si encontraban al culpable.
Yo estaba temblando, literalmente mi cuerpo parecía un chihuahua con frío.Todo había pasado en segundos que apenas estaba asimilándolo. Sentí algo cobijar mis hombros. Alcé la vista algo asustada. Era el saco de Marcos. Me había puesto su saco en los hombros.
—Estás empapada —su voz salió suave.
—Gracias —le respondí, acomodándolo.Tomás estaba en el teléfono, mientras Alejandro estaba sentado en su silla con los dedos entrelazados. Hundido en sus pensamientos.
Alguien había intentado matarlo, o alguien había intentado matarme a mi. Aunque desechaba la segunda opción. Yo no era nadie, él por el contrario era un hombre de negocios, tanto cómo legales, cómo ilegales. No me sorprendía que contará con una lista de enemigos.
Marcos camino hasta la orilla del escritorio y con coraje pegó con los puños en la madera.
—¡¿Qué fue lo que pasó?! Cuando me ibas a decir que tenías un tratado de muerte, o mejor dicho que volverían a querer tu cabeza.
Alejandro lo acribillo con la mirada, exhaló aire elevando su pecho y lo dejó salir cansado.
—Marcos, no molestes —sus ojos viajaron hacía mi dirección. Se levantó de su sitio y caminó hacia dónde yo me encontraba. Sin ningún deje de delicadeza removió el saco de Marcos aventadoselo de vuelta. Me quedé helada—. ¡Tomás! —su voz me hizo brincar—, dame tu saco —le dijo con un tono intimidante. Tomás se removió su saco y se lo entregó. Lo puso en mis hombros y me jaló de la cintura pegándome a él—.Nos vamos —murmuró en mi oído.
Se portaba como un idiota posesivo.
—¡Espera! ¡Alex!... No podemos ser tan irresponsables. El que trato de matarte puede aún andar por allí.
Alejandro no prestó atención a las palabras de Tomás y salió con pasos acelerados de la oficina arrastrándome con él.
Escuche a los dos hombres rezongar atrás de nosotros.
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Deseo incontrolable
RomanceAlessia Rocci siempre soñó con la libertad. Siempre soñó en ser como los pájaros, tener alas y volar, pero nunca imaginó que su deseo se convertiría en todo lo contrario, la libertad que ella añoraba, llegaría de una forma distinta. Su destino ahora...