12.- Nada es lo que parece

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—Kurapika, ¿puedes hacerme un favor? —pidió Neón, antes de entrar a la sala protegida con su padre.

—Lo que ordenes. —Kurapika escuchó atentamente aquél encargo y se dirigió rápidamente al centro de la ciudad. —No puedo creer que se le ocurriera esto de último momento. —se quejó al pasar una hora haciendo fila para comprar toallas femeninas. —Tenía que ser justamente hoy.

En medio de sus quejas se dió cuenta que no había llevado tarjeta ni efectivo para pagar, salió tan apresurado que lo olvidó. Con algo de vergüenza, se dispuso a dejar las cosas y salir de la fila, pero un jóven mayor que él notó su problema y lo detuvo.

—Puedo pagarlo si quieres. —ofreció Leorio a pesar de no llevar mucho efectivo consigo.

Kurapika quería rehusarse pero sabía que Neón haría un gran berrinche si no cumplía con sus órdenes.

—Gracias, te devolveré el dinero después. —prometió mientras sacaba su celular para pedirle su número telefónico.

Leorio abrió los ojos como si hubiese visto un fantasma, al escuchar la voz de Kurapika quedó confundido, pues tenía un rostro de facciones tan finas que parecía una chica.

—¿Sucede algo? —preguntó Kurapika al notar la expresión asombrada del estudiante.

—No es nada, creí que eran para tí, lo lamento. —contestó apenado refiriéndose a las toallas.

Kurapika soltó una ligera risilla, estaba acostumbrado a ser confundido y no le resultaba molesto.

El mayor pagó los artículos juntos y le entregó el ticket al rubio por si lo necesitaba.

—No necesitas pagarme, que sea un favor. —dijo Leorio antes de irse.

—Prefiero no deber nada —Kurapika tomó sus pertenencias y le hizo una reverencia al chico— así que te doy mi palabra, si necesitas algo, puedes encontrarme en la mansión Nostrade.

—¿Vives ahí? —se impresionó Leorio ya que era el hogar de multimillonarios famosos.

—Trabajo ahí —aclaró Kurapika— hasta pronto, eh... —se quedó mudo un segundo ya que ni siquiera le había preguntado su nombre.

—Llámame Leorio. —se presentó sonriendo y estrechando su mano.

—Un gusto, soy Kurapika. —dijo compartiendo una expresión de agrado.

Era una lástima, conoció a una persona muy amigable y quizás no volvería a verlo.

Así pensaron los dos mientras tomaban sus rutas de regreso, Kurapika se alejó en un auto privado y Leorio esperaba a Pokkle en una avenida cercana para refugiarse.

—¡Sube! el tráfico comienza a volverse difícil. —llamó su compañero que había llegado puntualmente por Leorio.

Ambos se dirigieron al refugio en el auto de Pokkle, en unos minutos quedaron atrapados en un embotellamiento causado por un accidente en un cruce concurrido.

—¿Cómo puede pasar esto? —se quejó Pokkle saliendo del auto.

—Espera, no deberíamos acercarnos, sólo estorbaremos. —dijo Leorio tratando de convencerlo de regresar.

—Quiero ver si podremos pasar pronto, sino, tomaremos otra ruta. —explicó Pokkle para caminar hasta donde había ocurrido el supuesto accidente.

Leorio esperó pacientemente, encendió la radio para distraerse y no desesperarse por aquél percance.

>>Nos informan que en la avenida principal hay un grupo de personas que cerraron el cruce, una vagoneta negra interceptó a los autos y amenazan con armas a todos aquellos que tratan de pasar. <<

El pasante de medicina levantó ligeramente la vista hacia el frente, observando la vagoneta negra más adelante. Se dió cuenta de que aquello no era un accidente, pero era muy tarde para hacer nada.

—Oigan, la purga todavía no comienza, bajen sus armas. —trató de dialogar Pokkle, quien se acercó a dos hombres y una mujer enmascarados.

La chica llevaba unas orejas y cola de gato blancas como su cabello, ocultando su rostro tras una cara felina de plástico.

—Miren lo que tenemos aquí, es un doctor muy jóven. Deberías unirte a NGL, nuestro rey estaría agradecido con tus servicios. —ofreció ella intentando meterlo a su grupo.

Pokkle se rehusó ganándose una expresión decepcionada de parte de los bandidos.

—Bien. —dijo ella suspirando y levantando su arma, apuntando a su cabeza. —Entonces tú serás mi presa.

Las sirenas de varias patrullas se escucharon cerca y los bandidos subieron rápidamente a la vagoneta para alejarse del sitio.

Leorio salió corriendo del auto y obligó a Pokkle a volver.

—¿Qué tratas de hacer? ¡pudieron haberte matado! —regañó sacudiéndolo por los hombros una vez que entraron al coche.

—Son de la NGL... —murmuró Pokkle temblando en el asiento. —La ciudad no es segura... el refugio no servirá de nada, tenemos que huir del país.

—¡Cálmate Pokkle! seguiremos con el plan, cambiemos de lugar, yo manejo. —sugirió Leorio tratando de mantener la compostura.

Una vez abierto el camino, se dirigieron a su destino y entregaron sus pases en la zona restringida para personal médico.

Cualquier persona que perteneciera al área de atención médica y urgencias permanecería bajo protección del gobierno.

Las puertas fueron cerradas y una enorme pantalla comenzó a transmitir el mensaje que daba inicio al evento anual.

En cada estación de radio y televisión, se informaba a la ciudad de York que la noche de purificación había llegado.

SISTEMA DE EMISIÓN DE EMERGENCIA

Esto no es una prueba, este es un sistema de emisión de emergencia anunciando el inicio del toque de queda decretado por la asociación de Cazadores, autorizado en la ciudad de York New.

Al sonar la alarma, cualquier delito, incluído el asesinato, será legal.

A los funcionarios gubernamentales y miembros del Zodiaco se les ha otorgado inmunidad, queda prohibido hacerles daño.

La policía, los bomberos y los servicios de urgencias no estarán disponibles hasta las 7 am cuando concluya la purga.

Bendito sea nuestro presidente, bendito sea el renacimiento de nuestra nación.

Kurapika cerró todas las entradas a la mansión Nostrade.

Leorio se mantenía seguro en el refugio.

Killua trabajaría en sus encargos y Gon lo ayudaría para ir en busca de su padre.

Pero en una noche como esta, nada es lo que parece.

LA PURGA En HxHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora