Capítulo IV.

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Los dos organizadores sonrieron complacidos, se encontraban muy alegres por la cantidad de entrenadores y maestros pokémon que decidieron apoyar a su causar y venir a participar en la carrera.

- Buenas tardes a todos, mi nombre es Mori Ougai y me complace darles la bienvenida a la carrera Pokémon de nuestra querida Yokohama- Anunció el pelinegro, acompañado de su compañero Pumpkaboo

- Yo soy Fukuzawa Yukichi, y como la gran mayoría ya sabe, el día de hoy les daremos las principales reglas de la dinámica- Secundó el contrario, también con su amigo Rowlet

Las normas de la carrera eran simples, nada fuera de lo común en un evento tan reconocido y tan importante. Se celebraba la próxima unión entre corporaciones, la ADA y la PM, dos grandes representantes de Yokohama como ciudad y potencia mundial Pokémon.

La principal indicación era retirarse luego de ser descalificados, todos tendrían un sensor en la muñeca derecha para avisar cuando perdieran. En si nadie perdería por completo, cada quien se llevaría una pequeña recompensa en agradecimiento por su participación.

Una vez dichas y entendidas las reglas, la pequeña Elise tuvo el honor de dar la cuenta regresiva para iniciar la carrera. Su emoción se comparaba con la de todos los competidores, cada uno acompañado de su mejor amigo e incluso familia.

- ¡Buena suerte a todos y que se diviertan!- Se despidió la niña, viendo como los entrenadores se alejaban cada vez más y más - Oye Riuntarou, ¿quién crees que gane?

- No lo sé cariño, últimamente los jóvenes de hoy en día son demasiado enérgicos- Respondió sonriente, encaminándose a la rueda de prensa para la entrevista - Fukuzawa-dono, ¿tú qué opinas?

- Digo que sería bueno participar y ver de cerca- Contestó con diversión - Por desgracia ya me siento viejo en comparación a ellos

Mori rió ligeramente, tomó a su pequeña hija en brazos y se dispuso a comentar sobre el evento delante de los reporteros. Él y Yukichi ya habían vivido su época de adrenalina, ahora sólo de dedicaban a apreciar la juventud de las demás generaciones.

Pero por otro lado, algunos preferían morirse de taquicardia antes que darle pelea a cierto pelirrojo. No es que fuera un asesino en potencia, pero con esa movilidad y la coordinación que tenía con su compañero pokemón, fácilmente podría trabajar para las fuerzas armadas especiales o para el ejército militar.

Apenas con 22 años se encontraba demasiado ágil para ser tan joven, y no sacarle provecho a eso sería un completo delito.

- ¡Bien hecho Typh!- Felicitó a su compañero mientras bajaba de aquella azotea - ¡Ven, vamos, hay que alcanzar a Shirase!

- ¡Llevas una racha de dieciséis, Chuuya!- Mencionó Yuan a lo lejos - ¡Aposté mucho por ti, más te vale ganar!

- ¡Si gano me quedaré con el dinero tonta, no pienso darte nada!- Bromeó siguiendo con su camino, pero pokemón tipo eléctrico le cortó el paso - ¿Listo para otro ronda?- Le preguntó divertido a Typhlosion

Un chico rubio de lentes se acomodó el cabello en una coleta baja, dispuesto a darle algo de pelea para ganar un poco de tiempo para uno de sus amigos. Katai siempre fue un ermitaño que no salía ni para comprar la despensa, pero esta vez y de pura suerte logró convencerlo, así que no perdería la oportunidad.

A unas tres calles de donde las explosiones y los relámpagos resonaban, Dazai planeaba y analizaba con cuidado cada movimiento de sus contrincantes. Su mejor ataque no era uno físico, sino uno mental. Desde pequeño supo aprovechar sus capacidades para sobresalir y llegar a ser el más grande genio que su pueblo haya tenido en mucho tiempo.

Confianza // SKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora