Capítulo IX.

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Desde muy pequeño fue inscrito a clases de defensa personal. El lugar donde creció no tenía precisamente la mejor seguridad en Japón, así que tuvo que aprender por las malas que siempre habrían personas crueles en este mundo.

Conoció a Typhlosion durante una noche de rayos y tormentas, cuando apenas era un pequeño Quilava que fue abandonado por su antiguo entrenador. Lo llevó a escondidas de su hermana a su hogar, le brindó calor y los mejores cuidados que un niño de su edad pudo haberle dado.

Luego Kouyou se enteró y por poco se cae de la silla, pero no tardó mucho en aceptar la petición de su hermanito debido a su gran falta de compañía durante su niñez. Chuuya siempre fue alguien de pocos amigos, podía tener muchos conocidos, pero sólo unos pocos llegaban a ganarse su confianza.

A sus amigos de preescolar jamás los volvió a ver, los de primaria muy apenas lo recordaban, unos pocos de secundaria permanecían en contacto y no recuerda la última vez que se encontró con alguien de preparatoria.

Pero al menos seguía rodeado de sus dos seres favoritos, Ozaki y Typhlosion. Lo único que necesitaba en su vida.

Aunque aquello no duró por mucho tiempo, las ganas de querer salir y socializar porque sentía que poco a poco estaba desperdiciando su juventud regresaban día tras día. Hasta que una mañana se levantó con el cabello enredado y el refrigerador se encontraba vacío, después, de camino al supermercado vio el anuncio.

Una carrera, un festival, mucha gente, personas, pokemones. Amigos. Bueno, ¿por qué no?, nada perdía con intentarlo.

Así que con sus máximas ganas de conservar a quienes eran sus actuales amigos, pateó a la chica con fuerza dejándola descansar inconsciente sobre el césped. Cayó de golpe junto con ella, ya que por desgracia, había respirado ese horrible humo verde nuevamente.

Jez corrió a ayudarlo, y le entregó una mascarilla para evitar seguir respirando esa cosa mientras daba las órdenes de búsqueda y rescate. No tardaron mucho en escuchar los múltiples ataques de Umbreon y Espeon a lo lejos, encargándose por su propia cuenta de derrotar al Gyarados que provocó tantos destrozos.

Por su parte discutía internamente consigo mismo. No sabía si rescatar primero a los mayores, despertar a Dazai o Akutagawa, llamar a otro escuadrón de la policía, tal vez avisarle a la doctora Yosano. Tenía tantas opciones y a la vez ninguna. Rogaba para que Chuuya sintiera sus nervios, pero al final de todo se decidió por despertar al chico medio psicópata.

- ¡Ahh!- Gritó en cuanto el albino lo golpeó- ¿¡Pero qué mierda te pasa!?

- De nada por salvarte- Se quejó desantando las cuerdas de sus muñecas y tobillos - Rashoumon te espera abajo, si tienes alguna molestia dile a Chuuya-san

- Atsushi...

- Mi nombre es Ats... espera, ¿lo dijiste bien?

- A no ser que te llames María Fernanda de la Cuarta Avenida, pues si, te llamé por tu estúpido nombre

- Ah... okey, ¿qué sucede?

Ni tiempo le dio a reaccionar cuando Akutagawa lo agarró del cuello de la camisa y junto sus labios con los suyos. Un beso... su... primer beso. ¡Su primer beso!

Quería separarse, pero no para reclamarle o golpearlo por sus acciones, sino porque el maldito lo estaba dejando sin oxígeno para respirar. Además de que obviamente tenía que preguntarle sobre el porqué, pero ya tendrían tiempo para después en caso de salir vivos.

Por fin se separaron, Atsushi completamente sonrojado y hecho un desastre de emociones debido a que un tonto casi sin cejas le había robado su primer beso. Pero el contrario se sentía orgulloso de sí mismo, después de varias horas pudo hacer aquello que tantas ganas tenía, besar al idiota del flequillo mal cortado.

Confianza // SKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora