Draco Malfoy Y Sus Odios

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Draco no había tenido un gran inicio en Hogwarts. Se sentía feliz, había quedado en Slytherin y al menos eso había salido bien, ya que antes de entrar a Hogwarts había llegado a pensar que podría estar en Revenclaw. Así que quedar en Slytherin fue algo bueno, después de su horrible experiencia en el tren. Estaba enojado por ello, pero ya no quería pensar en ello.

Y lo que pasó después, la maldita recordadora. Quería venganza. Definitivamente no era un Revenclaw, si lo hubiera sido habría entendido que su suerte en el momento de cruzar palabras con el chico Potter sólo acentuó su mala suerte. Y es que ahora ser perseguido por pavos reales albinos era más divertido. Pero era un Slytherin y algún día obtendría lo que deseaba. Algún día.

Por el momento solo quería disfrutar de los últimos días cálidos del año. Había logrado separarse de Gregy y Vince. Se divertía con ellos, al final de cuentas eran amigos, pero muchas veces sentía que eran más amigos entre ellos que con él. Tal vez tenía que ver con que se conocían desde niños, pero habían sido sus padres quienes los habían juntado. Los señores Goyle y Crabbe eran antiguos amigos de su padre. Lo respetaban o le temían, quien sabe. Ellos junto a sus hijos de cierta manera veían en el pequeño Draco a una copia de su padre más allá del físico. Pero él mismo no se veía como una copia de su padre, lo intentaba. Quería ser como su padre, lo admiraba pero a veces no se sentía con la fortaleza o la convicción necesaria para hacerlo.

Odiaba a los muggles, pero como no hacerlo, los habían perseguido y quemado por años. Los habían obligado a esconderse. Y ahora vivían apartados de todo. Pero tampoco eran tan malos, creaban cosas increíbles. Además había muggles increíbles, pero eso no era importante, era algo pasado ya. Y luego estaba la cuestión que de repente en uno de ellos nacía la magia y eran parte de su mundo, como esa Hermione Granger y como la detestaba. Se creía mucho y era una pesada presumida. Y aún así también le producía una cosa extraña; si él se sentía mal y triste por tener que estar encerrado en ese colegio lejos de sus padres, de su hogar ¿Cómo sería para aquellos que tenían que cambiar sus mundos por completo?

Odiaba a los traidores a la sangre. No por amar algo muggle, él mismo amaba cosas muggles, a escondidas claro. Odiaba la forma en que defendían a los muggles y no entendían su mundo realmente. Es que los hacía parecer estúpidos. Muchos nacidos de muggles se quedaban en el mundo mágico y perdían contacto con en el muggle, otros preferían alejarse del mundo mágico y no regresar. Así que las cosas que se podían aprender y mejorar en ambos lados se perdían.
Odiaba tantas cosas. Pero era un niño. Un niño que no conocía más allá de lo que sus padres le decían, un niño al que inconscientemente se le cerraron las oportunidades para conocer algo más.

Hasta ese momento.

Amores de una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora