Sucedió todo tan rápido. Después de estar soñando sobre ese beso tan mágico y maravilloso que nos dimos Allen y yo en el balcón, decidí ir a ver a madre para contárselo todo. Pero al llegar a la puerta de su habitación escuché el ruido de un objeto rompiéndose y decidí abrir la puerta.
Cuando la abrí, encontré a padre envuelto de sangre proveniente de una herida en el pecho que le atravesaba el corazón; y a madre, llorando al lado de ese cuerpo sin vida. Pero también había una tercera persona en esa alcoba, un hombre que estaba a punto de hacerle lo mismo a madre, girada hacia ellos. Tardé unos minutos en reaccionar después de contemplar una escena así, estaba horrorizada; y lo único que se me ocurrió en ese instante fue gritar tan fuerte como pude. Madre, al escucharme, se dio la vuelta y me miró con una cara de desesperación que nunca antes había visto en ella. También, esa tercera persona.
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Ese rostro tan cariñoso y bondadoso se había transformado en un rostro lleno de odio y de venganza, un rostro que nunca antes le había visto. En ese momento me invadió un dolor tan profundo, tan grande, que las lágrimas empezaron a brotar, desenfrenadas, imparables. No podía hablar, las palabras no querían salir de mi boca. De todos modos, no necesitaba esforzarme para hablar, ya que todo lo que necesitaba escuchar lo dijo él en una sola frase:
-Briana, que sorpresa, no esperaba encontrarte aquí- me miró fríamente a los ojos- pensaba que ya estarías durmiendo.
Era Allen. Tenía la mirada encendida, llena de odio reprimido. Llevaba el mismo traje de la cena, el mismo traje con el que me había abrazado y nos habíamos besado, pero ahora, estaba lleno de sangre. No podía moverme, ni hablar, no por qué no quisiera sino porque solo podía mirar esos penetrantes ojos que se clavaban en mí. Él se acercó, tanto que nuestras mejillas se rozaron y me la besó, pero instantáneamente me aparté de él con un empujón. Este no era el Allen que yo conocía y amaba, él que tenía delante era una persona completamente diferente. Pero a él, ese empujón no le importó en absoluto, se volvió a acercar para después empezarme a susurrar en mi oreja derecha, acariciando mi cabello con una de sus manos:
-Supongo que te preguntas por qué he hecho todo esto- dejó de acariciar mi pelo- Supongo que para una niña que no ha salido de los muros del palacio no es fácil de entender- dio unos pasos hacia atrás- Una chica consentida que ha obtenido todo lo que desea con tan solo mover un dedo no lo podrá entender- cogió a madre por su trenza.
-¡Suéltala!- intenté detener a Allen sujetándolo por el brazo donde agarraba la trenza- ¡Ella es inocente, no te ha hecho nada!
-Mi pobre princesa Briana, te han estado engañando durante tantos años y no lo sabías- con su otra mano me apartó de un golpe, haciéndome perder el equilibrio cayendo al suelo. Con esa misma mano, tomó la barbilla de madre, obligándola a la fuerza a que lo mirase- ¿No es así reina Eileen?- la soltó y ella se precipitó al suelo. Aproveché el momento, para ir corriendo hacia ella situándome delante de madre con los brazos extendidos haciendo ademán de protegerla- Aunque si lo piensas, tiene cierta lógica. Es normal hacer desaparecer a la gente que no opina lo mismo que tú.
-Madre, ¿que está diciendo? ¿Eso es verdad?- me di la vuelta para verla pero ella giró la cabeza hacia el otro lado. No lo negaba- Madre...
-¿Cómo quieres que lo reconozca ante su hija? ¡Eres su tesoro más preciado!- se burló Allen.
-¡Madre y padre son personas incapaces de hacer algo semejante! -los defendí. Era cierto, lo que Allen estaba diciendo era un engaño para que yo dudara de ellos- Tú lo deberías saber mejor que nadie- lo miré con ojos llenos de nostalgia- Te han cuidado como un hijo.
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Un camino incierto
Historical FictionNo sabes lo que tienes hasta que lo pierdes todo. Briana era una princesa con toda una vida por delante. Sus padres eran los reyes de un grande y próspero reino, que ella heredaría después de casarse con el hombre al que amaba. Pero en una noche, lo...