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Regulus

La soledad ya es abrumadora, las primeras semanas todo estaba bien. Cuanta menos compañía más silencio y cuanto más silencio más fácil es leer. El único problema es que en la mansión Black ni en el mismísimo vacío es posible relajarse.
Durante las vacaciones decidí no salir innecesariamente del cuarto. Tomaba el desayuno por la madrugada y así no me encontraría con mi madre y tampoco tendría que comer hasta la noche si me llevaba algunas manzanas a mi cuarto. Me costó un par de días descubrir ese mecanismo, pero así solo tendría que entrar en peligro, tanto físico como mental, durante la cena. Cada noche a las nueve tenía que bajar a compartir la cena con mis padres. No podía llegar después de las nueve, eso implicaría no cenar, tampoco podía quedarme callado ni hablar de más, a mi madre ambas cosas le molestan demasiado.
Son mis primeras vacaciones sin Sirius cerca y no creo que este llevando muy bien la presión de ser hijo único, estoy desesperado por estar en los ruidosos pasillos de Hogwarts donde se escuchan mil pisadas y no sólo las de mi madre a las que tanto les prestó atención para saber cuándo se acerca a mi cuarto. Quiero volver con mis amigos, tener que soportar a los amigos de Sirius cada vez que quiero hablar con él; quiero ver a Severus, y eso que últimamente esta insoportable. Ya no quiero estar en este lugar... quisiera tener la valentía de Sirius y huir de esta casa tal como él lo hizo, seguro que ahora está con los Potter teniendo alguna charla agradable o una cálida cena, en cambio yo estoy solo, mirando el techo y sin poder dormir por la emoción que recorre mi cuerpo, en menos de un día estaré en Hogwarts... en paz, mis amigos, mi hermano.... porque no incluir a sus amigos también, se hacen querer un poco. La verdad nada puede ser peor que esta tortura.
Así se me pasó la noche, no dormí nada, solo imagine todas las posibles situaciones de fracaso en las que yo podría no llegar a Hogwarts y recibir un crucio a cambio, pero para cuando me di cuenta de lo cansado que estaba ya estaba parado dentro del tren, lejos de mis padres. Sentí como al menos la mitad de mis músculos se relajaron y quería encontrar un vagón vacío en el que dormir antes de reencontrarme con sirius. Se que prometí a mi madre que no me acercaría a él pero ya hace un tiempo descubrí que nadie me vigila por ella... y ahí se volvieron a tensar los músculos, increíble, solo pensar en ella hace que todo este mal.
Me dirigí hasta el final del tren y me asomé en el último vagón esperando soledad. Claro que eso no iba a pasar, mis instintos de hermano menor me llevarían directo al vagón de mi hermano antes de poder siquiera respirar y cometí el gran error de quedarme quieto por más de un segundo porque me vio y me sonrió al instante. No es que no quiera verlo, solo que el, James, Remus y Peter me agotan y enserio necesito un respiro. Le devolví la sonrisa a través del vidrio y luego abrí la puerta lentamente para entrar con la misma calma, pero al instante sentí como una mano tiraba de mi brazo y me abrazaba. Al instante me encontré con que James me estaba abrazando y sacudiendo el cabello como tanto le gustaba hacer para hacerme enojar.

No hubo un solo día en que Sirius se callara un rato y dejara de hablar de que esperaba que estés bien, fue casi como tenerte ahí -  por su tono parecía algo molesto, pero igual en el reflejo de la ventana pude ver una pequeña sonrisa.

Pues de hecho yo no estuve ahí, estuve en una maldita prisión... bueno me habría gustado decir eso y lo hubiera hecho, pero al instante sentí como el cuerpo de Sirius se unía violentamente al abrazo seguido del de Remus y el de Peter. Al parecer el objetivo era dejarme sin aire y lo estaba logrando, me sentía algo incomodo, pero sólo me quedé ahí parado, odiando que fueran de esta manera, saben que odio que me aprieten así, se los dije una y otra vez, pero nunca dejaron de hacerlo.... y.... tengo que admitir que en el fondo me gusta, se siente como....

Bienvenido a casa Reg. - dijo la voz de mi hermano.

Sip, como casa.


Ta MargueriteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora