Capítulo 10🌹

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El sol apenas asomaba por el horizonte cuando Young Saeng abrió los ojos, a la mañana siguiente. Como de costumbre, el lado de Hyun Joong de la cama estaba vacío. Young Saeng acarició la sábana y descubrió que aún estaba tibia por el calor del cuerpo largo y esbelto. Al mismo tiempo que el recuerdo de la posesión de la noche aparecía en su memoria, el crujido familiar de la paja bajo los dedos lo hizo sonreír.

Mientras le hacía el amor, Hyun Joong maldecía el crujido de las hojas, por el ruido que hacían, como sugiriéndoles que comprara un colchón de plumas lo antes posible. Cuando Young Saeng le señaló cuántas gallinas tendrían que morir para rellenar un colchón, Hyun Joong rió hasta que se le saltaron las lágrimas. Después se tranquilizó y se dispuso a hacerle el amor una vez más.

Dulce, tierno y maravilloso amor.

Por fin, después de un mes de tensión y de nerviosas miradas de soslayo, Hyun Joong había decidido hacerle el amor. Y se dedicó a ello, llevándolo cada vez más alto, hasta que Young Saeng se sintió empapado de placer. Si bien admitía que su propia experiencia en ese aspecto era bastante limitado, estaba seguro de que ningún joven, por lascivo que fuese, se habría entregado tan sin reservas. Y ¡qué maravilloso fue entregarse al hombre que amaba!

Young Saeng se sentía un auténtico hombre. Un hombre que se había enamorado total, desesperado y completamente de su apuesto marido.

La sonrisa se suavizó y cerró los ojos. Muy dentro de sí, donde todavía latía una dulcísima sensación, se sentía diferente. Cambiado. Y hermoso. Todo porque Hyun Joong lo había tocado donde nadie lo tocó antes. Y lo besó. Y fundió su cuerpo duro con el suyo, fuerte, hasta casi hacerlo explotar de goce y de placer. Había esperado dolor, pero su marido le dio éxtasis. Estaba preparado para la desilusión, y se vio remontado a grandes alturas. Temió sentir pudor y, en cambio, se sintió embelesado. El deseo creció en él otra vez, como un río de miel tibia y, sintiéndose inquieto, de pronto estiró las piernas, Bajo la manta descolorida, la piel le cosquilleó, ansioso de sentir otra vez la lenta caricia de las manos grandes de su marido.

Alzando lánguidamente los párpados, miró por la ventana y vio que un borrón rosado y oro prometía un amanecer glorioso y un día más bello aún.

«Un día apto para tareas al aire libre», se dijo, contento de pensar ya como el esposo de un vaquero que poseía un hermoso rancho. A fin de cuentas, el esposo de un vaquero estaba tan comprometido con el buen funcionamiento del rancho como cualquier peón.

«Más, todavía», pensó, recordando las montañas de ropa limpia que necesitarían cinco hombres, para no hablar de las vituallas indispensables para alimentar a cinco cuerpos Kim, siempre activos.

Ese día, Hyun Joong y Jung Min tendrían que tender más cercas de alambre, y Kyu Jong debía terminar de arreglar el tejado del gallinero. Young Saeng mismo tenía una montaña de ropa para planchar, enseguida después del desayuno, y no podía pasar de ese día que encargarse de la tarea de remendar. Y había que hacer el pan, y mientras Jibin estaba ocupado ayudando a Kyuhyun a limpiar el establo, Young Saeng intentaría otra vez preparar esa horneada de galletitas que tanto ansiaba.

¿Una anulación?

¡Jamás!

Con renovada confianza, apartó las mantas. ¿Y qué importaba que no fuese el mejor cocinero de la región y que siempre diera la impresión de que hacía falta barrer el suelo de la cocina? Últimamente Hyun Joong sonreía mucho más a menudo que antes, y Jibin parecía florecer. La noche del sábado, incluso, oyó silbar a Jung Min en la bañera, y ya hacía tres semanas seguidas que Kyu Jong no pasaba el domingo recuperándose de la resaca. En cuanto a Kyuhyun, ese chico rompería corazones. Y todo porque había un doncel en la casa.

Un Desastre para Hyun. HyunSaeng 🌹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora