Las lágrimas se deslizaban por las mejillas de la chica, quien miraba la pantalla con los ojos muy abiertos. Sollozos abandonaban sus labios, sin ser consciente de ello.
Cerró los ojos con fuerza y se abrazo a sí misma, susurrando un nombre.
—Dominik, Dominik... Yo-yo... —poco a poco se sumió en un llanto desconsolado.Se levantó con ira en los ojos, tirando el ordenador al suelo, y así todos los objetos de su pequeña habitación, para después salir corriendo, hasta dejarse caer entre lágrimas y gritos.
Ella sabía que ya no tenía a Dominik para contarle sus penas, sabía que Dominik no volvería. Y con él, se había llevado parte de ella.
Ella era la culpable, y lo sabía, aquello la mataba.
Él, abrió los ojos, siendo cegado por una fuerte luz. Se frotó los ojos y luego miró a su alrededor, a lo lejos vio a una chica de pelo rojo, que lo miraba curiosa. Pero había más personas, aunque pocas lo miraban.
Sintió frío, sintió miedo, pero también sintió una sensación extraña, una sensación de calidez.
Cerró con fuerza los ojos, deseando despertar, pero al volver a abrirlos, más miradas curiosas estaban sobre él.
—¿Dónde estoy? —se preguntó—¿Y Sylvia? ¿y mis padres?
«Bienvenido».
La chica veía como el pelo negro del chico brillaba, también veía como sus ojos azules veían asustados todo a su alrededor.
Tenía ganas de ir con él y tomarlo de las manos, mirarlo a los ojos y sentir como se relajaba, como se perdía en su mirada.
Pero no quería asustarlo.
Se acercaría lentamente.
Haría que confiara en ella lentamente.Le haría suyo lentamente.
«No, nunca. No dejaré que te salgas con la tuya».
La chica de cabellos de colores la miraba con desconfianza, sabía lo que significa esa mirada y no dejaría que lo volviera a hacer, claro que no.
Esta vez, ella haría que el plan fallará.