Alice
- Hola...- toqué el hombro del nuevo.
- ¿Dónde estoy? ¿y mis padres? ¿por qué hay tanta gente?- preguntó atropelladamente.
Reí por su nerviosismo.- Estás en...algo parecido al limbo.
- ¿A qué te refieres?
- Las personas cuando mueren...bueno, eso de que van al cielo o al infierno, pero para nosotros hay una excepción.
- ¿Para...nosotros?
- Eh...si, todas las personas que ves...- hice un gesto señalando a todos-...se suicidaron.
Abrió los ojos.
- ¿En serio?
- Si.- sonreí.
- ¿Y...y qué hacemos...qué pintamos aquí?- fruncio su ceño.
Suspiré mirando el suelo- Nos mandan aquí, no sabemos quien, sólo sabemos que después de...hacerlo, aparecemos aquí y que...nuestra..."misión" es hacer que otras personas vivas, no cometan nuestro...error.
- Pero si...estamos muertos...
- Podemos influir en las personas si queremos, por nuestro propios méritos, claro, somos como apariciones...
Su silencio me asustó.
- ¿Vas a volverte loco? Porque si lo haces...te llevarán al infierno...
- N-no...¿qué tengo que hacer ahora?
- Vagar por la nada, si quieres duermes y si quieres comer, puedes hacer aparecer comida.
- ¿No era que los fantasmas no comen ni duermen?
- Así es.- sonreí.
- ¿Y cuándo podre ir al mundo de los...vivos?
- Cuando se te necesite.
Hizo una mueca interrogativa, pero no preguntó nada.
- ¿Nos pueden dañar?
- Si ellos quieren, si.
- ¿Podemos...volver a vivir?
- No.
Sé que la respuesta le decepcionó, pero era lo que había.
- ¿No más preguntas?
- De momento, no.
Me giré, directa a perderme, pero me agarró del brazo y mi piel se erizó.
- ¿Qué quieres?- escondi mi cara en mi pelo.
- ¿Cómo te llamas? ¿cómo te...suicidaste? ¿por qué?
Me solté de su agarre, molesta.
- ¿Acaso te importa?
Me miró sorprendido, por mi repentino cambio de humor.
- Eh...
- No, no lo hace, así que déjame perderme.
- Bueno, no te necesito.- dijo borde.
- Ja, ¿eso crees?- lo miré mal.
- Si.
- Bien, pues si tan independiente te crees, déjame perderme y no me busques, ni me hables, nunca más, pero te aviso, la gente aquí está loca, y si preguntas, te tomarán como el culpable...
- Acabaré igual, así que me da lo mismo, inútil.- escupió.
- Arg...
Miré al frente de nuevo.
- Sylviaa...- susurró y yo me quedé paralizada ante ese nombre.Domonik
Noté como se tensó.
- No me llamo así.
- Perdona, me recordaste a...alguien...
- ¿Te recordé?- me miró por encima de su hombro.
- Por tu pelo...
El de Sylvia era rosa, y ella lo tenía rojo.
Sylvia...
Suspiré pensando en ella.
¿Le habría afectado mi muerte? ¿me querría como yo a ella? ¿o sólo me manipuló?
- Tu noviecita está lejos de aquí, ¿cómo pudiste ser tan estúpido de suicidarte teniéndola a ella?
Aquello hirvió mi sangre.
- Cállate, quizá por ella esté aquí.
- Ja...
- Piérdete.
- Púdrete.- noté todo su odio.
No sabía de donde salió tanto, fue raro...
- Ni te conozco y ya te odio.
- Uno más, ¿qué más da?
Caminó de frente.
- No te necesito.
- Bien, porque no te iba a ayudar.
Caminó lejos de mi alcancé y yo la ignoré.
En un momento, yo aparecí en una calle, de Polonia.
Mí Polonia.
Entonces recordé lo que había preguntado antes:
- ¿Y cuándo podre ir al mundo de los...vivos?
- Cuando se te necesite.
¿Me necesitaba alguien...?Alice
Busqué a Dominik y no lo encontré, quizá ya se había vuelto loco.
Pregunté y me dijeron que lo vieron, si, puede que le mintiera al decir que todos estaban locos, pero fue realmente estúpido al no darse cuenta de que antes había dicho que los locos iban al infierno. Lo vieron desaparecer así, derrepente, lo que significa que algún vivo lo anhelaba.
Mi vista se nubló por unas lágrimas, que llegaron sin avisar.
Nadie me había buscado a mi.
Nadie...
Sin embargo, a él, el primer día.
Lo necesitaban...Sylvia
Te necesito, Dominik...