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08: Aquí hay gato enamorado.

G E A ;

Lunes, 25 de octubre del 2021, 11:56 am.
Los Ángeles, California, Estados Unidos.

—¡Felicidades, Gea! Es muy buen proyecto, de los mejores que he visto hasta ahora, sinceramente —admitió con una sonrisa la profesora. Inevitablemente una amplia escapó de mí. En cualquier momento explotaría de felicidad—. Eres muy buena con la cámara, igual debes seguir mejorando algunas cosillas, pero hasta el momento lo tienes bastante bien —continuó, admirando las fotos—. ¿Puedo quedarme con ellas? —inquirió, alzando las fotografías.

—Claro que sí —asentí rápidamente. Tomé mi bolso con el ordenador portátil dentro y le brindé una última sonrisa a la profesora—. Muchas gracias.

—No hay de qué.

Salí del salón desbordando alegría, ¡no podía creer que la profesora me hubiese felicitado! Me llenaba de bienestar ver cómo mi esfuerzo daba frutos; las noches en vela buscando el resultado idóneo no fueron en vano. Me sentía orgullosa de mi trabajo, de mí.

Te debes estar preguntando por qué armé tanto alboroto por haber aprobado un simple proyecto, y es que no era cualquiera, constituía uno de los más importantes para aprobar el semestre.

Mis clases ya se habían terminado y no tenía nada más qué hacer en la Universidad, así que decidí pasar por el centro comercial a tomar uno de esos deliciosos cafés, después de todo me lo merecía por haber conseguido el máximo de puntos. También debía pasarle un mensaje, al menos, a April. Ella y su novio fueron el punto central.

—Hey, ¿a dónde tan feliz? —La voz de Harry me detuvo a unos pasos de la salida. Sonreí al verlo; nos saludamos con un beso en la mejilla y emprendimos rumbo a fuera juntos.

—Obtuve todos los puntos en un proyecto importante —contesté, sin disimular mi alegría—. ¡Todos los puntos, Harry! —exclamé sin contenerme, dando pequeños saltitos, para luego abrazar sorpresivamente al pelirrojo.

—¡Eso es genial, pastelillo! —vociferó, devolviéndome el abrazo con fuerza y elevándome.

Luego de que me dejara en el suelo y termináramos de reír, lo observé con el entrecejo arrugado y sonriendo confusa, le cuestioné —: ¿Pastelillo? ¿Por qué?

—Hoy pareces uno. —Continuamos nuestro camino—. De hecho, estás combinada, ¿Luna se apoderó de tu cuerpo? —se mofó de mí con descaro. Le dirigí una mirada de pocos amigos que lo hizo sonreír mucho más. Siempre sucedía: cuando pretendía lucir enojada, hacía reír a mis amigos.

—Muy gracioso, Harry, muy gracioso.

—Pero en serio, con esa blusa color pastel pareces un pastelillo.

—Vaya manía que tienen de compararme con dulces —mascullé, recordando cómo Thiago me llamó Fresita y Damián Nutella.

—Ah, ¿sí? ¿Quién más te ha apodado como los dulces? —indagó, mirándome curioso.

—Nadie, nadie —negué repetidas veces con la cabeza, algo nerviosa—. ¿Me acompañas? Voy hacia el centro comercial a beber algo.

Harry me lanzó una mirada de ojos entrecerrados, dándose cuenta de que había cambiado de tema abruptamente. Le obsequié una de mis típicas sonrisas inocentes y movió su cabeza de un lado a otro.

—De verdad que me gustaría acompañarte, Gea…

—¿Pero…?

—Quiero aprovechar la tarde para estudiar, el miércoles tengo un examen y no es que yo sea el alumno predilecto del profesor —respondió, pasándose las manos por su nuca en un gesto de incomodidad.

↭Huésped de Medianoche↭© #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora