... los martes se llama Margarita, los viernes por la noche ya era Lola. Yo siempre le decía Señorita, ud no tiene porque estar tan sola...
Tengo los audífonos puestos a todo volumen, "Señorita", una de mis canciones favoritas, es de Ricardo Arjona. Es de esas canciones que te nacen desde adentro cantarlas, aún cuando mi voz no es de las más afinadas.
Sonrío para mí misma. En verdad hacer esto me ayuda a no pensar.
Soy una persona racional, aunque a veces... o simplemente por lo general mi mente es irracional llevándome a la condena de actuar impulsivamente. La verdad, soy una extraña fusión entre lo que pienso y creo.
Suena raro, lo sé.
Quisiera decir que creo en el azul del cielo o el del mar, pero no son más q fenómenos físicos.
Una vez, vi una chica mirándose frente a un espejo. Llevaba puesta solo su ropa interior, y su cabello suelto. Ella simplemente veía a sus propios ojos.
Sus ojos eran de color café intensos, por la ausencia de luz parecian negros. Podía sentir un impulso intrigante, demandante e incluso eufórico.
Por un momento me detuve, cerré los ojos, ubiqué la mente en blanco; podía sentir calor, frío, un fuego intenso, sentí estar vacía estando tan llena.
¿Cómo puede ser posible? — me pregunté
"Simple", así como sientes la brisa besar tu piel... — Abre tus ojos —obedesco a mi subconciente, susurrando en mi oido.
Vi al espejo, era Yo. Sí, la respuesta a mis cuestiones, soy Yo!.
Aun así, quiero ser irrealista. Exponiendo, que el amor parte de la propia insuficiencia del ser humano, que necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
Pero, ¿por qué siempre tiene que haber un pero?. Eso me pone nerviosa, "Las hormonas": son mi puto signo interrogante.
¿Por qué me hacen sentir, pensar, querer, — oh por Dios — DESEAR?. Esa es la palabra que busco!!!.
¿Por qué?
Justo así comienza esto, con la interrogante acompañando el "por qué".
Hacía poco tiempo había entrado a la universidad, estudiaría Psicología; sí, suena tonto, como seré psicóloga con tantas preguntas que tengo sin respuesta. Aunque ese no es el punto.
Iba entrando a la gran residencia universitaria, tiene una edificación preciosa, está pintada entre blanca y rojo relativamente. Puede verse unos largos pasillos y el suelo bajo mis pies es muy brillante.
Me giro a la derecha, dirigiéndome a mi habitación, tengo una compañera de cuarto pero aún no la conosco, lo sé por el nombre fuera en la puerta: Sophya Shatnoh, un apellido muy raro, & Patricia Lyng, esa soy yo.
La habitación tiene una puerta blanca, tallada muy delicadamente que se puede apreciar a simple vista, el pomo de esta es dorado. La abro y waoo... el interior es increíble, tiene dos dormitorios, uno encima del otro, al lado de cada cama hay una mesita de noche y un escritorio con una lámpara de luz sobre este. En el centro de la habitación hay unos muebles largos que se ven muy acogedores y en medio de ellos una mesita de madera acompañada de unas flores. El baño es asombroso, con unos colores pasteles muy bonitos, es de cristal, tiene un gran espejo frente al lababo. Realmente me he enamorado de lo que llamaría mi nuevo hogar.
Parece que he sido la primera en llegar, así que me decido por el dormitorio de arriba. Acomodo mis pertenencias en el closet. Quiero conocer, ver más de los alrededores.
Estoy cerrando la puerta, cuando... quedo petrificada.Allí estaba él, sin camisa, podía verse perfectamente su torso, su pelo negro despeinado; tan jodidamente sexy ese chico desde la gran distancia donde lo observaba.
No tenía idea quien fuese, como se llamaba, o que estudiaba. Solo sabía que bastaron milésimas de segundos para sentir atracción sexual. Pero — ¿cómo era posible eso? — Quisiera decir que tengo la respuesta, pero es una más en el montón.
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Atrévete
Teen FictionLa realidad a veces es más perturbadora de lo que debería ser... No quiero pensar que hay después de su mirada; aún así, tengo la satisfacción de haber sentido mía su piel...